Fotos: ACG

Morelia, Michoacán

En torno de la Santa Cruz, cientos de trabajadores de la construcción se congregan este 3 de mayo para agradecer más bendiciones recibidas, así como para pedir favores y gracias.

La calzada de San Diego, la plazas Jardín Morelos y Azteca y la avenida Tata Vasco lucen llenas de trabajadores de la construcción y sus familias que acuden a la bendición de la cruz que habrán de llevar a sus obras, como símbolo de su fe.

La tradición, que incluso durante la contingencia sanitaria por la pandemia de covid no se suspendió del todo, ha logrado reunir a tantas personas, que la celebración eucarística debe llevarse a cabo en el exterior del Santuario de Guadalupe.

Pequeñas cruces de papel de seda de colores; armadas con flores, rosas rojas, tulipanes, nube y claveles; cruces con pequeños ladrillos rojos decoradas con herramientas en miniatura; cruces de madera y cerámica, y tejidas con alambres… la creatividad de quienes erigen casas y edificios para ganarse el pan se despliega en una multiplicidad de formas y colores.

Desde una plataforma, el sacerdote llama a los fieles para recibir la bendición. Todas las cruces serán marcadas con el agua bendita, aún aquellas de los trabajadores que, rezagados, no alcanzaron la misa.

Y aunque el clima general es de algarabía, los responsables de obra haciendo, mediante llamadas telefónicas, los últimos preparativos de la comida para celebrar a su personal, la solemnidad se impone al momento de escuchar las bendiciones.

A un costado de la plataforma, Lino Gil aguarda con su cruz de papel azul y plata. Ya recibió la bendición y se dispone a partir al trabajo, para disfrutar de una comida sencilla, pero agradable.

“He sido albañil toda mi vida, tengo 67 años y más de 50 dedicado dedicado a la construcción. Es una herencia familiar, somos 15 hermanos y todos estamos en lo mismo”, refiere.

Nunca ha faltado a la cita anual con la Santa Cruz, aun durante la contingencia sanitaria por el covid. Y es que hay mucho qué agradecer y mucho también qué pedir.

“Este año hemos tenido muchos accidentes, porque los muchachos no siempre hacen caso, pero también hemos tenido trabajo, no nos ha faltado, y por eso aquí estamos”, señala.

De apariencia juvenil, Sergio Daniel cuenta con 20 años de experiencia en la construcción y en ese tiempo ha acudido, año con año, con su cruz. Y hoy no es la excepción.

“Venimos a pedir que nos vaya bien, que no nos falte el trabajo, que no nos accidentemos, que nuestras familias tengan lo necesario siempre”, dice con su cruz a cuestas.

Le espera en la obra una comida sencilla, quizá unas cervezas, por lo que sus compañeros le apuran.

“Ya, vámonos, o te quedas”, y Sergio Daniel se encamina a la calzada de San Diego, en pos de sus compañeros.

La creencia popular atribuye a los trabajadores de la construcción el uso de las mochilas de sus hijos o con propaganda y publicidad para cargar sus herramientas y utensilios, y Alfredo lleva a la espalda un morral con los logotipos de una marca de insumos para el sector.

“Es una cosa bonita, agradecer y pedir todo lo que Dios nos da, el trabajo, la salud, la familia, todo”, asevera con su cruz a un lado.

Considera que la mayor parte de la gente valora y tiene en estima el trabajo de quienes edifican las casas y los edificios, quienes reparan las calles y hacen caminos, una estima que este día se traduce en una celebración.

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