Akelarre

Esta semana que recién empieza ya sucedieron dos cosas que me llevaron a la reflexión, dos casos para el análisis con las gafas violetas bien puestas.

El primero sucedió cuando vi la película “the lost daughter” la cual en español por alguna razón extraña titularon “ la hija oscura”. La película es un Thriller psicológico que retrata la angustia de una madre poco convencional quien para seguir su carrera como prolífica escritora optó por vivir algunos años de su vida lejos de sus dos hijas.

En seguida comentarios que leo en redes sociales continuamente acentuando de forma contundente la supuesta “mayor responsabilidad natural” que “deben” tener las madres para con sus hijos, no así los padres, fundamentando ello en el famosísimo “instituto maternal”.

En un País con un 70% de abandono paterno ya sea antes, durante y después del embarazo. Los poquísimos casos de mujeres que abandonan el hogar y dejan los hijos al cuidado del padre, generan para ellos una empatía que los convierte en sujetos extraordinarios, admirables y cuasi perfectos víctimas mecedores de todo el apoyo y consideraciones posibles y a ellas en unas monstruos dignas de la hoguera social y la desgracia eterna.

Vamos Calmadamente al análisis pues…

No existe tal cosa como el “instinto materno” ese que mágicamente convierte a las mujeres en excelentes y abnegadas madres.
Se ha comprobado que es una creencia que por ser mujeres tenemos que estar preparadas para ser madres o por poder embarazarnos todas estamos destinadas a ser cuidadoras, responsables y sumisas ante nuestras crías.

No, no todas pueden ser buenas madres.
No, no estamos destinadas a ser madres.
No, nueve meses de embarazo y vínculo, no son suficientes para eliminar mágicamente la depresión, mejorar la salud mental, sacar adelante una familia, resistir el abandono, etc.

Muchísimas mujeres lo hacemos, ¡muchísimas! pero es más por un mandato social que por la naturaleza.

Es lo que llamamos los roles de género, que son inculcados en nosotras desde que nacemos.

En esos roles de género que son aprendidos por el ser humano desde que nace, producto de su entorno, familia y cultura, son aquellos donde se manifiestan los mandatos y los estereotipos de comportamiento aceptados por la sociedad.

Por eso se estudia en la filosofía feminista la urgencia de emanciparnos de los roles de género que históricamente nos han reprimido, clasificado y dividido a hombres y mujeres, en una dualidad desigual.
Esos roles y estereotipos aprendidos nos hacen pensar de esa forma, casi mecánicamente repetimos cosas que si no analizamos, nos van metiendo en una gran matrix de pensamiento dictado desde la antigüedad por hombres blancos ricos, heterosexuales, que conforman el patriarcado.

El segundo caso que me llevó a la reflexión fue el de la madre boliviana que recogió a su hijo de la escuela en ropa deportiva, misma que es campeona Fitness y por supuesto de notable y bello físico, a lo cual específicamente una madre desde su auto calificó y dijo: “ por cosas como ésta estoy pensando cambiar a mi hijo de escuela, que asco”. Lo cual desató una acalorada discusión en redes sociales apoyándola y otros acusándola de provocar una falta de respeto y de vestir de forma inadecuada.

Este es un tema fabuloso para abordar ahora, cuando se supone, estamos en un nuevo siglo pensamiento progresista y moderno.

¿O no? Bien, Respecto a este tema que ha generado mucho ruido en redes sociales, para algunas personas de forma morbosa.

Manifiesto primero que tiene derecho a vestirse como se le pegue la gana y merece el mismo respeto, como cualquier persona.
Me gusta mucho y les comparto este ejemplo que uso en las conferencias que imparto sobre violencia contra las mujeres:
-yo le garantizo a los hombres que piensan que las mujeres provocamos con nuestra ropa para que en su incontrolable lujuria cometan actos aborrecibles, que si ustedes hoy salen a pasear con un pequeño short o completamente desnudos por la calle, incluso si están completamente ebrios y no pueden defenderse, que ninguna, repito, ninguna mujer los va a violar.

Pero todavía más allá, el caso abre otra discusión y -tenemos que empezar a hablar de este tema -¿si los señores voltean a verla, es culpa de ella o de ellos que no tienen la educación y el respeto de tratarla con naturalidad?
Bien, responda en su mente.

-Es parte de la cultura machista que ejercen mujeres y hombres por igual, el hablar de la “roba maridos” o culpar a la mujer como provocadora de la infidelidad, y eso ¡es de otro siglo ya!.
-Quien te debe lealtad es tu novio tu esposo, tu pareja, no una desconocida, hasta entonces acordemos eso, iremos apenas erradicando estas mentalidades, será un buen cambio para iniciar la caída del machismo.

El morbo que les provocan las fotos
y comentarios preguntando “en dónde está esa escuela”, “voy a cambiar a mi hijo ahí”, y la comparación con las otras mamás que van en las escuelas que conoces, perdónenme pero también es sexista y machista.

Platicarlo es bueno, sin juzgar, poco a poco vamos erradicando pensamientos que tenemos inculcados desde que nacemos, no pasa nada, toma un tiempo y está bien, amorosamente podemos ir tomando conciencia y cambiando actitudes.

Sin embargo, evitar estos temas y entrar en una confrontación estéril para tratar de imponer nuestra razón, no servirá de nada, debemos ir erradicándolo provocando un pensamiento crítico y que cada persona vaya generando su propio criterio poco a poco, algún día, lograremos voltear y ver estos temas con tanta naturalidad imposible que alguna vez lo vimos con un prejuicio.

¿Ud. qué opina?, envíame tus comentarios a la página Oficial de Facebook, búscame: Omega Vázquez. Ig y Twitter.

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