Historias del Tercer Mundo

Foto: Wendy Rufino

Sin darse cuenta, Adela Micha fue grabada haciendo preparativos para el posible fallecimiento de la actriz Silvia Pinal, recientemente hospitalizada por covid, mientras declara fríamente “ya se va a morir”.

Esto le valió una hondonada de críticas al grado de que minutos después trató de justificarse con la tonta excusa de que lo que habia dicho fue: “no se vaya a morir”, aunque también defendió que estaba haciendo su chamba como periodista.

¿Será tan grave?

La enfermedad o muerte de las personas famosas pareciera rodearse de un hálito de solemnidad, pero también cuando quienes opinan al respecto son figuras públicas la vara pareciera ser muy alta y la manera de juzgarlos tal vez demasiado severa.

No es que todo lo que digan sea justificable, pero también es cierto que no son más de un reflejo de la sociedad de la que surgieron, misma que alimentó su personaje y los convirtió en lo que ahora son: “líderes de opinión”, “artistas” (como suelen llamar a los que a duras penas actuan en las telenovelas o series mexicanas, berrean tras un micrófono o conducen programas televisivos de pena ajena), periodistas, conductores, yutubers, etcétera.

Cuando murió Juan Gabriel no faltaron los memes que aludían a su preferencia sexual o amaneramiento, pero apenas Nicolás Alvarado osó decirle “jota” en una columna, la muchedumbre apuntó sus antorchas contra él y pidió su cabeza.

Esa misma muchedumbre de redes que apuesta por la muerte de Chabelo, se alegraba de la muerte de Vicente Fernández porque era un viejito homofóbico libidinoso o probablemente también la que reacciona con caritas de risa ante las noticias de asesinatos o accidentes o hace chistes sobre la guardería ABC (imperdonables para Platanito, pero no para ellos, porque “es sólo un meme”).

El fúnebre papel de la prensa

Ahora bien, es cierto tambén que losperiodistas tienden a ser poco sensibles o empáticos con la muerte, aunque igualmente es cierto lo que dijo Adela Micha: es parte de la chamba, porque a más de uno le ha tocado preparar una semblanza de alguien que todavía respira para “ganar” la nota una vez que deje de hacerlo. Esto es, publicarla dos minutos antes que el resto de los medios.

Esta necesidad de inmediatez pareciera cobrar una vital importancia para los jefes de información: tener la primicia de la muerte, ser el mensajero del inframundo, el primer caballo del Apocalipsis. Así su soberbia y su visión de la realidad.

Algunos comunicadores emiten reportes en donde aportan una opinión que nadie pidió y juzgan ya sea a las víctimas o a los presuntos agresores, lanzan teorías o claman justicia a las autoridades, mismas con las que departen más tarde unas copas en algún restaurante de moda entre señores de más de 40.

Hay  quienes parecieran disfrutar su falta de empatía al preguntarle a los familiares de desaparecidos: “¿cómo ERA él?, ¿qué sientes de que esta Navidad no estará con ustedes?, ¿qué le dirías si lo tuvieras enfrente?”

Hay muchas formas de ser mezquino en la prensa y adelantarse a la posible muerte de alguien mayor de 90 años, con condiciones cardíacas y covid, podría no ser la peor de ellas.

Algo de esto ya lo habíamos hablado aquí: La muerte y los medios de comunicación: una pareja de codependencia brutal

Recordemos algunos de los más recientes en Michoacán: cuando Mireles murió dos veces para los medios antes de que muriera realmente o cuando estos eficientes difusores de información dieron la noticia de la muerte de Jessica González antes de que siquiera su familia recibiera el llamado de la Fiscalía para reconocer el cuerpo. Pero “ganaron” la nota, le ganaron incluso a la realidad.

Pareciera a veces que los medios de comunicación no son más que alguna especie de carroñero que se alimenta de la muerte, la sangre y la tragedia, pero no son sólo los medios y para muestra un meme, o todos ellos, así como los comentarios en redes sociales, en la música, la tradición, el humor, o la misma violencia. Todo en esta sociedad está inmerso en muerte y en la falta de solemnidad ante ella.

Esa muerte que por un lado ya es Santa y por otro se le falta al respeto todos los días, al igual que a la vida, al convertirlas en cifras, en fotos, en chistes, en palabras sin significado.

La autora es maestra en Políticas Púbicas por el Instituto de Investigaciones Económicas y Empresariales de la UMSNH y licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas, publicó el libro de cuentos Noche de Muertos en 2010 y ha colaborado en antologías de poesía. Se ha desempeñado como periodista enfocándose en temas de política, Congreso y derechos humanos.


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