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Morelia, Michoacán

Alguna vez llegó a albergar a más de 2 mil 500 personas privadas de la libertad, sentenciadas o a la espera de sentencia por delitos. Hoy, el predio que ocupara el Centro de Readaptación Social (Cereso) Francisco J. Múgica está por convertirse en la sede central del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

En un recorrido exclusivo realizado por Primera Plana por el terreno de la antigua Peni, como era popularmente conocida, se observan las oficinas que un día funcionaron como juzgados y accesos al Cereso Francisco J. Múgica, apenas con algunos muebles en avanzado estado de degradación, enrejados, las llaves de cerraduras, gafetes de visita, los reglamentos de acceso para los familiares de los recluidos y la caseta de seguridad.

Aparte de esta zona frontal, por el ingreso desde la avenida Acueducto, poco es lo que queda en pie en las 4.2 hectáreas que abarca el inmueble: la barda perimetral, las torres de vigilancia y la antena que impide que drones tomen imágenes del interior.

En su mayor parte, la vegetación se ha apoderado de la superficie. Rosales, nopales, arbustos y algunos árboles crecen entre los escombros de lo que alguna vez fueron las áreas del centro de readaptación, como las fondas de paga, la cancha de fútbol, los espacios comunes, las celdas.

Otra sección del terreno es utilizada como bodega para resguardar los bienes muebles que las dependencias e instancias del gobierno estatal ya no utilizan: entre 10 y 15 toneladas de sillas, mesas, escritorios, lavadoras, unidades dentales, televisiones, computadoras, aparatos de aire acondicionado, gavetas, alacenas, archiveros, sillas de ruedas, ventiladores… todos descompuestos y sin posibilidad de reparación, en la antesala de ser vendidos como chatarra, una vez que sean dados de baja del patrimonio de la entidad.

Únicamente una oficina permanece en operaciones, destinada al Centro Forestal y Ganadero (Cefoga), una instancia paraestatal que tiene en comodato las instalaciones.

“Hay que tener cuidado con los pozos, las varillas y los vidrios, para que no se lastimen”, advierte el personal a cargo de resguardar el inmueble, que de manera cotidiana enfrenta intentos de ingreso no autorizado por parte de individuos que están a la caza de cobre, aluminio, muebles, cualquier cosa que puedan sacar y obtener algún provecho.

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60 años de la Peni

El director de Patrimonio Estatal, Ricardo Bernal Vargas, abre las puertas del recinto, para mostrarnos su interior y referir un poco de su historia y de su futuro.

En 1958 fue inaugurado el Cereso Francisco J. Múgica, que recibió entonces a cerca de 800 personas privadas de su libertad. Para 1960, los entonces presidente de México, Adolfo López Mateos, y gobernador de Michoacán, David Franco Rodríguez, develaron una placa conmemorativa sobre este hecho.

Ubicada en lo que en esos años era la periferia de Morelia, sobre la avenida Acueducto y en las inmediaciones del libramiento, la Peni albergó a personas privadas de su libertad por delitos desde robo hasta homicidio, algunas sancionadas con la pena máxima, 40 años de prisión.

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Fue en la década de 1990 cuando experimentó sus mayores crisis por la existencia de un autogobierno que incluso concesionaba las llamadas fondas de paga, donde los residentes que podían permitírselo adquirían alimentos y refrescos, así como por la sobrepoblación, que llegó a superar los 2 mil 500 individuos.

Fugas, motines y violencia fueron algunos de los fenómenos que marcaron la existencia de la Peni, enmarcados en descuido de instalaciones y hacinamiento de personas, individuos que por años permanecían en el lugar sin una sentencia, entre otros.

Así fue por 59 años, hasta que en 2017 los poco más de 300 varones que aún se encontraban en el Cereso Francisco J. Múgica fueron trasladados al Cereso David Franco Rodríguez, también conocido como Mil Cumbres.

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De cara al futuro: una ciudad administrativa que pretende revitalizar la economía local

Una ciudad administrativa o ser desincorporado del patrimonio estatal y vendido fueron algunos de los planes para el antiguo Cereso, que finalmente se destinará al IMSS para la construcción de sus oficinas centrales como parte del proceso de descentralización de dependencias e instancias federales emprendido por el gobierno de México.

De pie, entre la vegetación que crece sobre los escombros, Ricardo Bernal esboza el proyecto para edificar una ciudad administrativa dedicada sólo al instituto, donde laborarán en pocos años miles de trabajadores y se atenderá a los derechohabientes de todo el país.

Está en proceso la conformación de un proyecto ejecutivo, pero se prevé que las pocas estructuras que permanecen serán derribadas para erigir las oficinas donde despacharán los directivos del IMSS, previsiblemente dentro de los siguientes tres años.

Comenta que no será la única sede: además de la Peni, el IMSS precisará del antiguo hospital Infantil y un tercer espacio pendiente de definir.

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Reitera que se trata de un plan ambicioso que excede de la migración de una dependencia de Ciudad de México a Morelia, ya que involucra el arribo de miles de empleados administrativos, la contratación de grandes cantidades de personal para la construcción y la atracción de muchos visitantes que generarán una gran derrama económica, una importante movilidad y una demanda de bienes y servicios que tiene el potencial de reactivar el desarrollo del municipio.

“Vivienda, agua, vialidades, consumo, transporte dentro y fuera de la ciudad, vías de comunicación, una terminal de autobuses y un aeropuerto más grandes son sólo algunas de las cosas donde va a impactar la llegada del IMSS”, explica Bernal Vargas a Primera Plana.

Para atender estos requerimientos, asegura, se tendrá un plan maestro que brindará espacios para vivienda, desde los directivos hasta el personal operativo, así como agua, electricidad y los servicios básicos urbanos necesarios, accesos para permitir el flujo de trabajadores y derechohabientes, así como de familiares de aquellos que los visiten, rutas de transporte extra e intraurbano, vialidades para un inminente aumento del parque vehicular en circulación.

Será un reto de proporciones gigantescas, reconoce el director de Patrimonio Estatal, cuyos beneficios estarán en proporción de los esfuerzos demandados y que no se limitarán a la capital michoacana y sus habitantes actuales, sino también a los nuevos residentes, que encontrarán en Morelia una calidad de vida que, asegura, supera con creces a la de Ciudad dé México.

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“En menos de una hora atraviesas la ciudad, los lapsos de traslado son mucho menores, para alguien que está acostumbrado a prácticamente vivir en su automóvil para ir de su casa al trabajo y del trabajo a su casa será un cambio muy grande y muy positivo”, afirma.

Claro que hay resistencias, por las familias con vidas hechas en la capital mexicana y municipios conurbados, que enfrentarán un cambio radical con este plan de descentralización del IMSS, reconoce, sin embargo, se confía en que los aspectos positivos serán mayores que los costos y a mediano y largo plazos se verán los resultados favorables.

Por lo pronto, queda seguir la conformación del proyecto ejecutivo, una obra que se antoja millonaria por las adecuaciones que se tendrán que realizar en el predio de la antigua Peni, la remoción de la bodega estatal y de la Cefoga y las adaptaciones a la infraestructura aledaña que se requerirán.

“Será algo muy positivo para Morelia, un esfuerzo de todos que se traducirá en desarrollo económico y social y mucha derrama económica, desde la edificación de las oficinas”, reitera Ricardo Bernal.

Ecos de un pasado

Tras la demolición de la torre del IMSS, en la avenida Madero Poniente, no faltaron los relatos de hechos supuestamente paranormales que se registraron en las instalaciones, escenario de la recuperación de enfermos graves, la convivencia cotidiana por décadas de personal médico y administrativo, pero también de decesos, dolor y sufrimiento.

Y, al parecer, la vieja Peni no es excepción: personal de seguridad refiere incidentes que aparentemente denotan la carga que casi 60 años de actividad continua dejaron en el sitio:

“Hay compañeros que dicen que por las noches se escucha que mueven los muebles o que se les sube el muerto. Yo no he sentido eso, pero sí he escuchado llantos en el fondo del terreno, también he visto sombras que se esconden cuando hago los recorridos de vigilancia”, explica un policía asignado a la vigilancia del inmueble.

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Diversas manifestaciones, con independencia de su naturaleza, parecen recordar que en este lugar por poco menos de seis décadas seres humanos pagaron culpas atroces, fueron castigados por crímenes que no cometieron, sometidos a tratos crueles y separados de sus familias y en muchos casos murieron sin la esperanza de ser libres de nuevo.

La expectativa es que el nuevo proyecto ayude a limpiar esa imagen y posibilite la escritura de una nueva historia, una historia que se fundamente en el progreso, el desarrollo y la revitalización de una ciudad que precisa de planes de gran envergadura para reactivarse.

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