Melissa García – Morelia, Michoacán

La escuela para hombres que impulsa la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres (Seimujer) en Michoacán, en la que participan hombres de la sociedad civil y funcionarios públicos, cuenta con mil 74 inscritos.

El propósito es prevenir y atender la violencia de género, un proyecto ambicioso al que se han sumado hombres de los municipios de Uruapan, Zitácuaro, Pátzcuaro y Morelia, resaltó Nuria Gabriela Hernández Abarca, titular de la Secretaría.

La secretaria expuso que la primer clausura del curso se realizará este mismo mes, misma que está programada para realizarse después de once sesiones que se llevan a cabo de manera virtual, de las que hasta este lunes se han concretado seis.

A pesar de haberse impulsado en Morelia, la inscripción a la escuela de hombres tiene una alta participación del sector masculino de Lázaro Cárdenas, Uruapan, Zitácuaro, Maravatío, Tarímbaro, Apatzingán, Huetamo y sin duda Morelia.

Las sesiones se desarrollan desde el pasado mes de octubre cuando se arrancó el programa y seguirá durante todo noviembre; “lo que queremos es romper la inercia que nos ha enseñado la cultura y la sociedad, de lo que tienen qué hacer o no los hombres y las mujeres, porque entendemos que la violencia contra la mujer nos lastima a todas y a todos”.

La escuela servirá para que los hombres se conozcan, se identifiquen y sepan cómo se relacionan con otros hombres y con las mujeres, de forma respetuosa.

Única en su tipo, la escuela para hombres busca incidir en la transformación de estereotipos masculinos marcados, que originan la violencia de género.

Indispensable para el cambio

Para Cristian Ponce de León González, quien ingresó a principios de octubre a la escuela para hombres, concientizar la problemática social que existe en torno a la violencia de género es un elemento indispensable para comenzar a cambiar.

En su caso, señaló que han habido situaciones que de manera inconsciente le “sacan” lo machista.

“La violencia que se genera contra las mujeres no nos orgullece, por eso debemos cambiar la forma en la que percibimos nuestra relación con las demás personas”.

El moreliano de 23 años de edad reflexionó que más allá de acudir a un escuela que favorezca la deconstrucción masculina, los hombres deben darse cuenta de las diversas violencias que se ejercen contra las mujeres.

“Invito a los hombres a que hagan conciencia, el problema de la violencia contra las mujeres es más común de lo que podemos pensar y puede darse en cualquier parte realmente, por eso invito a mis compañeros hombres a que emprendamos acciones para cambiar la relación que tenemos el sector masculino con las personas más cercanas, en la comunidad, en la familia, porque ahí están las mujeres que interactúan más directamente con nosotros mismos”.

Que los hombres reconozcan sus acciones

Jorge Jiménez Soria, instructor de la escuela para hombres mencionó que a partir del escenario de violencia de género que se vive en la entidad se planteó la necesidad de elaborar diversas sesiones encaminadas a concientizar a los hombres sobre su propio actuar, no para enarbolar una “nueva masculinidad” término que asegura, en nada favorece la erradicación de la violencia, sino para que los propios hombres reconozcan lo que hacen.

Para el especialista en derechos humanos y género, los escenarios culturales que cada uno ha vivido no se pueden echar para atrás, sin embargo, lo que sí se puede hacer es que cada uno se autocuestione y se haga responsable de ello.

La variante cronológica de los que asisten a la escuela de hombres oscila mayormente entre los 30 y 45 años de edad, a pesar de ello, hay asistencia de jóvenes de 18 años, lo que permite el autocuestionamiento, así como la reflexión con aquellos con más de 60 años.

“La idea es que los asistentes hagan sus propias revisiones y observen que los hombres no están para controlar a las demás personas, ni al mundo, cuando eso empieza a suceder, comenzamos a hacernos cargo de nuestras propias vidas, delegando a los demás sus propias responsabilidades”.

El encuentro ha sido bueno, las historias son muchas, algunas sumamente rudas, describe, desde un testimonio que relata el abuso de su padre en contra de su madre, lo que lo dejó con un dolor y un llanto contenido, y que ahora al retomarlo, se permite el encuentro consigo mismo, y a su vez se desprende de ese dolor al concientizar que la violencia se disfraza de formas diversas.

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