Cuauhtémoc Castañeda – Morelia, Michoacán
Es una hermosa tarde, como son las tardes de otoño en Morelia, cálida pero no sofocante, soleada, con una suave brisa que refresca el mediodía, con un cielo de un intenso azul.
Se oye el alboroto de los pajarillos en el bullicio del atardecer que contrasta con la quietud del callejón del Romance, que también luce espléndido con el tranquilizante sonido del agua de sus fuentes.
Algunos turistas se detienen a contemplar la belleza del cuadro. Don Gera parece disfrutar la escena sentado en una mesa al exterior de su negocio de hamburguesas.
“¿Cómo está usted?”, le pregunto. El hombre contesta con una sonrisa: “bien…de la fregada”. Ambos reímos la ocurrencia. La situación que está viviendo como comerciante no es para menos, ha perdido 85 por ciento de sus clientes. Aun así sonríe y ve las cosas con un optimismo contagioso.
En pocos minutos cuenta su historia:
“La mayoría de mis clientes son estudiantes, pero ahora que no hay clases, las ventas se desplomaron”, dice sin perder el buen humor.
Mientras tanto, se acercan dos niños que venden dulces en la calle y con timidez le preguntan: “¿nos puede vender dos hamburguesas por 24 pesos?”.
Don Gera no titubea y acepta el trato, aunque le pierda, porque cada hamburguesa es de 24 pesos, pero aun en la adversidad muestra el rostro de la generosidad.
La situación que vive don Gerardo es la que padecen los comerciantes de la zona del Callejón del Romance. Ahí el 60 por ciento de los negocios cerró y el 40 por ciento sobrevive apenas, como doña Mary, dueña de un local de tacos y tortas en un espacio agradable de mesas con sombrillas. La señora cuenta que en tiempos de pandemia no saca ni para la renta.
Herivan, trabajador de un restaurante de comida italiana instalado afuera del callejón, recuerda con nostalgia la algarabía que se vivía el año pasado y los anteriores por estas fechas, por la cercanía del Día de Muertos.
“Aquí se veía a la gente disfrazada de catrina y catrines, fotografiándose por todo el callejón. A estas horas ya teníamos llenas las mesas y los vecinos ponían hermosos altares y arreglaban las fuentes”, recuerda.
Este año eso ya no es posible por la pandemia. Las verbenas y representaciones urbanas fueron suspendidas por las autoridades sanitarias.
“Son pocos los negocios que han sobrevivido en esta zona”, dice Herivan y señala un local en renta que fue un pequeño restaurante enfrente del lugar donde trabaja.
Otros comerciantes han tenido que diversificar sus productos, como uno que ofrecía servicios de internet, copias y papelería y ahora vende también material eléctrico tras haber perdido sus clientes habituales.
El caso de don Gera también es de persistencia y en el día a día le echa toda la carne al asador en su puesto de hamburguesas. Piensa que los préstamos del Gobierno Federal no sirven de nada:
“A mí el Gobierno Federal me ofreció el crédito de 25 mil pesos, lo consulté con mi contadora y me dijo que le pensara bien porque el interés es alto”.
El hombre decidió: “me iba a salir más caro que un crédito de Elektra, y según esa es la ayuda del gobierno”, volvimos a reír. A punto de partir le pido una foto para la nota, “oiga pero es que hoy no vengo peinado”.
Don Gerardo abre de 09:00 a 00:00 horas. “Mi señora me manda todos los días, qué más hago”, bromea. Ofrece en su local hamburguesas y tortas y en la noche combina la vendimia con tamales y atole, todo a precios accesibles. Está ubicado sobre calzada Madero esquina con el Callejón del Romance, a unos metros de la fuente Las Tarascas.