Juan Antonio Magallán – Apatzingán, Michoacán
El sacerdote Gregorio López Gerónimo rompió el silencio después de que la Diócesis de Apatzingán lo suspendió de manera indefinida del ejercicio de su ministerio sacerdotal. “Me destituyeron por no agachar la cabeza y no maquillar la verdad”, dijo el sacerdote, quien ya no podrá oficiar misa ni impartir los sacramentos.
Justamente ese fue uno de los argumentos del obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García, quien dijo en un comunicado que un obispo debe vigilar “que no se introduzcan abusos en la disciplina eclesiástica”, especialmente acerca del ministerio de la palabra, la celebración de los sacramentos y el culto de Dios.

“También, debo cuidar que las funciones sagradas se celebren en las iglesias o en los lugares propios para la celebración misma”.
Así lo dijo en probable alusión a los señalamientos que pesan sobre el padre Goyo -como lo conocen en la región-, de que presuntamente oficiaba misas, celebraba bautizos, casamientos y otros sacramentos, para grupos criminales.
“Dijeron que mi suspensión fue por narcotráfico y sandeces parecidas, quiero decir que si hay algo que detesto y he luchado es contra delincuencia organizada, contra el narcotráfico, contra la corrupción de autoridades, la impunidad de instituciones y pederastia en la iglesia. Son mis cinco dedos y cinco bastiones por los que peleo. Ni que fuera tan idiota para meterme a la boca del lobo, ahora seguiré atacando pero con denuncias más sólidas”, señaló.
Horas después de oficializada su sanción, el sacerdote respondió en un audiomensaje que proporcionó a Primera Plana Noticias: “mi destitución ha sido por disciplina interna de la iglesia, porque no me he sabido agachar, ni aplaudir. No maquillo las cosas, reprobé peróxidos y maquillajes. Mis padres me enseñaron a decir al pan, pan y al vino, vino. Me valen madre las declaraciones pendejas de varios periodistas”, recriminó el clérigo.
Gregorio López dijo que el obispo de la diócesis, desde su llegada “trae dedicatoria para él” porque “no agacha la cabeza”, por ello a partir de ahora, dijo, vivirá en los atrios y afuera de la catedral de Apatzingán.
“Las situaciones por las que me expulsaron no son delitos, me siento orgulloso, porque he ayudado a la gente. Me expulsan porque no formé parte del aplauso hacia el obispo. Me siento orgulloso y estoy con la frente el alto. No he violado, ni matado a nadie, me siento orgulloso porque esa expulsión es por mérito y sudor”, expresó.
También adelantó que no entrará a la política, porque es “un terreno apestado”, pero sí seguirá denunciando los casos de pederastia. Adujo que un mérito para él es vivir entre indigentes, con hombres y mujeres de calle, con hombres en situación de calle “y si tengo que vivir afuera de catedral, viviré y dormiré en los atrios”, sentenció.

Aseguró que al quitarle la sotana se hizo un hombre más fuerte y pese a no tener la anuencia de la iglesia, seguirá con su vocación de servidor de Dios.
“No seré un monaguillo de un obispo, soy servidor de Cristo y lo seguiré siendo y seguiré trabajando para dar voz a los sin voz (…) porque no me vendo, no soy una galleta de animalito, no me corrompo, ni me doblo”, manifestó.
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