Ciudad de México – El Universal
Los retos que le esperan al embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, no son nada fáciles. De entrada, están los temas de migración, narcotráfico y armas.
Él mismo señaló que de ser ratificado, sus prioridades serán la seguridad fronteriza, la lucha antidrogas y la promoción comercial.
En el tema migratorio, oscila aún la amenaza de que el presidente estadounidense Donald Trump imponga a México aranceles si, a su juicio, el gobierno mexicano no hace suficiente para contener el flujo de migrantes cuyo destino final es Estados Unidos.
Aunque por ahora la Casa Blanca considera que México está haciendo un “gran trabajo” y, en efecto, se nota ya una disminución en la cifra de migrantes que cruzan el territorio, en cualquier momento esa situación podría cambiar y Trump podría dejar de considerar al gobierno mexicano “su amigo”.
Al mismo tiempo, Estados Unidos mantiene la presión a los países centroamericanos para que se conviertan, como ya lo hizo Guatemala, en “tercer país seguro”. La idea es que los migrantes de otras nacionalidades que crucen por esas naciones: Honduras y El Salvador, principalmente, tengan que pedir asilo allí, antes que en Estados Unidos.
Esa amenaza, lanzada previamente a México, podría hacerse realidad y convertirse en un dolor de cabeza para el nuevo embajador.
Landau, abogado constitucionalista de 55 años, está muy consciente de que será una tarea titánica. Así lo señaló cuando, en mayo pasado, definió ante un comité del Senado sus prioridades en caso de ser aprobado: “La primera será proteger la soberanía estadounidense y garantizar la aplicación de la ley en la frontera. Ese, obviamente, es un trabajo enorme que involucra a muchas agencias. Mi papel, si soy confirmado, será promover la cooperación con el pueblo y las autoridades mexicanas. Ningún país puede resolver el desafío de la inmigración ilegal solo, y estoy convencido de que podemos encontrar un terreno común”.
Otro grave problema es el del narcotráfico. Trump ha acusado a México de “invadir” Estados Unidos con drogas y “criminales”. La amenaza de gravar con 5% de entrada, las importaciones mexicanas, también fue por lo que llamó “falta de control” de las autoridades mexicanas en el tema de las drogas.
Por ello, reconoció el abogado, su segunda prioridad será “la protección del pueblo estadounidense. El flagelo de las drogas ilegales está devastando a nuestras comunidades y las de México. Veo esto como un área donde compartimos un interés común con México, y me comprometo, si soy confirmado, a enfocarme en fortalecer nuestra asociación en la lucha contra las drogas, con enfoque particular en el fentanilo, la heroína y las metanfetaminas”.
El tema de las armas está vinculado al del narco, pero va mucho más allá. El gobierno mexicano ha reclamado al estadounidense frenar el flujo de distintos tipos de armamento que terminan en manos del crimen y que están detrás de incontables asesinatos.
Aunado a esto, está el asunto de la violencia que sacude a México y de la que también han sido víctimas estadounidenses que viven, trabajan o visitan el país en calidad de turistas. Así lo admitió Landau en esa comparecencia: “Quiero subrayar la importancia de proteger a los muchos millones de ciudadanos estadounidenses que viven o visitan México. La Misión de Estados Unidos es la operación consular en el mundo”.
De pasada, le tocará ver algo del tema del tratado comercial T-MEC entre México, Estados Unidos y Canadá cuya ratificación está pendiente en el Congreso estadounidense.
“Quiero poner énfasis en la importancia de nuestra relación económica con México. Uno de los cambios más dramáticos que he visto en mi vida ha sido la integración de las economías mexicana y estadounidense… Recientemente, México se convirtió en nuestro mayor socio comercial en el mundo. Esta transformación ofrece beneficios, pero también retos. De ser ratificado, espero trabajar por la aprobación del USMCA -como se llama el T-MEC en Estados Unidos- y promover un comercio justo y recíproco”.
Pero quizá el reto mayor será… Trump. No es un mandatario fácil de tratar, como han evidenciado las constantes renuncias de su gabinete, al grito de que todo es un desastre y de que el mandatario no los escucha o los hace a un lado.
Justo por eso renunció la antecesora de Landau, Roberta Jacobson. En un artículo publicado por el diario estadounidense The New York Times en octubre de 2018, bajo el título “Mi año como embajadora de Trump en México”, dijo que la “la campaña de Trump para desmantelar el TLCAN no sólo tiene que ver con su obsesión con un acuerdo.
También es una ventana a un estilo caótico de toma de decisiones que ha socavado la diplomacia y los intereses nacionales de Estados Unidos en todo el mundo”. Cierto caos, detalló, “es normal al inicio de una administración, [pero] con Trump ha sido extremo”.
La exembajadora reconoció que cuando dejó el cargo sintió “alivio de no tener que defender lo indefendible. Pero también me alegra haber escapado del desorden del que fui testigo más de un año”.