Ciudad de México.- No fue una audiencia típica para un concierto de rap. Había un grupo de jubilados con bastones, estudiantes universitarios con piercings y la madre de uno de los tres raperos más famosos de España que se han convertido en la nueva vanguardia por la libertad de expresión en Europa. Los tres lanzan rimas sobre sus ideales revolucionarios de corte marxista-leninista mientras condenan a la familia real española como una pandilla corrupta de capos de la mafia y asesinos de elefantes.
El protagonista de esa noche en la ciudad industrial de Sabadell fue Josep Miquel Arenas Beltrán, de 24 años, el rapero conocido como valtònyc, recientemente condenado por los delitos de calumnias e injurias graves a la Corona, enaltecimiento del terrorismo y amenazas contra un político mallorquín.
En cuanto a la última acusación, Arenas llamó a Jorge Campos, expresidente de la entidad españolista Círculo Balear, un fascista, un insulto cotidiano en España, y cantó que “se merecía una bomba de destrucción nuclear”.
Campos dijo que sentía que su vida estaba en peligro.
En su defensa, el rapero preguntó: “¿Me veo como alguien que tiene acceso al plutonio?”.
Aunque su defensa ya anunció que recurrirá el fallo ante el Tribunal Constitucional, la noticia de la ratificación de la condena contra el artista causó una gran polémica entre quienes consideran que esta decisión podría sentar un peligroso precedente contra el derecho a la libertad de expresión en España.
Bajo la etiqueta #RapearNoEsDelito, miles de personas mostraron su apoyo al cantante a través de las redes sociales, entre ellos dirigentes políticos como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el expresidente catalán, Carles Puigdemont.
Los que apoyan la pena para los raperos dicen que su discurso es dañino, insidioso y peligroso.
Los fiscales persiguen no sólo a raperos como a Arenas, también lo hacen sobre otros 14 artistas e intérpretes, incluido Pablo Rivadulla, conocido como Pablo Hasél, quien fue sentenciado a cinco años por 64 tuits y la letra de una canción llamada “Juan Carlos, el tonto”, sobre el antiguo rey.
En el concierto en Sabadell, ambos artistas aparecieron en el escenario por separado. Detrás de ellos, un cartel en catalán decía: “¿A la cárcel por cantar?”.
Arenas cantó: “el rey tiene una cita en la plaza del pueblo, una soga al cuello y que le caiga el peso de la ley”.
El público lo levantó y alzó los puños en el aire.
Fuente: El Economista