Madrid, España.- La agencia de noticias Reuters publicó esta semana una serie de reportajes titulada The body trade (El mercado de los cuerpos) que destapa el multimillonario negocio de la venta de órganos y tejidos humanos para su uso en investigación, educación y entrenamiento de profesionales.
Durante más de un año, los autores —Brian Grow y John Shiffman— han investigado a las empresas que se dedican a diseccionar y vender los cadáveres donados a la ciencia, muchas veces sin el conocimiento de sus familiares. Estos bancos de tejidos, conocidos en el mundillo como “body brokers” (dado que actúan como intermediarios entre los donantes y los compradores), suelen adquirir de manera gratuita cuerpos donados a la ciencia que luego trocean y venden por partes por cientos o incluso miles de dólares, normalmente a investigadores o instituciones médicas, informó el diario El País en su versión digital.
Los brokers consiguen que los familiares de los difuntos les donen los cadáveres, en vez de donarlos a agencias estatales o universidades, ofreciendo ciertas ventajas, como recogida, transporte o cremaciones gratuitas. Además, al contrario que las instituciones más convencionales, estos bancos suelen anunciarse de forma muy activa en hospitales, funerarias, residencias de la tercera edad, hospicios y por Internet.
El mercadeo que retrata el reportaje no es ilegal, pero, al contrario que la donación de órganos para transplantes (fuertemente regulada en EE UU), carece de una regulación específica y deja muy abiertos a la interpretación de las empresas los límites éticos de su negocio. Por ejemplo a quién y con qué fin se venden los tejidos.
Para demostrarlo, el periodista Brian Grow adquirió dos cabezas humanas y un segmento de espina dorsal de una de estas compañías tras apenas un breve intercambio de correos electrónicos. “Incluso comprar vino en Internet está más controlado, ya que generalmente te exigen una prueba de mayoría de edad”, escribe Grow en el reportaje.
Por seguridad y por ética, el periodista realizó toda la transacción con la supervisión de dos expertos en donación. Aunque todo fue legal, uno de ellos comparó la facilidad de la compra al “Salvaje Oeste”. “Cualquiera podría haber comprado estos especímenes y se los habrían enviado a casa para hacer lo que quisiese con ellos”, dijo el experto. El periodista adquirió el segmento de espina dorsal por 300 dólares, más 150 de envío (unos 400 euros en total). Luego compró dos cabezas por 300 dólares cada una.

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