No debe pasar de largo la insistencia del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, de conectar a los cárteles mexicanos con el terrorismo del Estado Islámico (ISIS).

Ninguna autoridad mexicana tiene evidencia de esa conexión. Y hasta la semana que termina que el jefe del Departamento de Estado lo puso sobre la mesa, no había sido tema público por parte de ningún funcionario o agencia estadounidense.

¿Existe verdaderamente esa conexión cárteles-ISIS? ¿Hay indicios? ¿Hay evidencias? El señalamiento de Tillerson -muy poco tratado, por cierto, por el gobierno mexicano- merecería, primero una amplia respuesta, y segundo, de la certeza de que se investigará a conciencia esa posibilidad o hipótesis lanzada por alguien que, es de entenderse, cuenta con información privilegiada.

De ser cierta la influencia del extremismo islámico entre los traficantes de estupefacientes en México, significaría de altísimo riesgo no sólo para Estados Unidos, sino para todo el continente, y estaríamos ya hablando de un poder supranacional que, indudablemente, obligaría a los gobiernos, en el corto plazo, a la modificación de la agenda multilateral y estrategias contra el crimen organizado.

El caso es que por ahora poco puede hablarse sobre el tema en tanto no haya ninguna evidencia… Y sólo las afirmaciones del secretario Tillerson.

Que también pueden enmarcarse o resultar parte de una estrategia política y de presión para el gobierno mexicano, en el contexto de las nuevas políticas migratorias que pretende endurecer el gobierno de Donald Trump.

“Se acabaron los tiempos en que la frontera de Estados Unidos no era vigilada”, dijo ayer por su parte el responsable de la Seguridad Interna, John Kelly, a sus contrapartes de México y Centroamérica.

Pero se entiende que el mensaje era directo a los mexicanos: si habrá endurecimiento. ¡Y cómo no!, dirán, si además del flujo migratorio, deberán cerrar el paso a narcos tutelados por el extremismo islámico.

Todo, claro, según la visión trumpista. ¿O trampista?

Aquí se queda… ¡Aquí entre nos!

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