Ciudad de México.- Federico no supo que, tras disparar un arma en un salón de clases, herir a cuatro personas y suicidarse, salvaría la vida de cinco individuos aunque, paradójicamente, esa no fue una decisión suya. Hasta ahora su caso ha sido conocido como el del adolescente autor del primer tiroteo que se registra en México dentro de un aula escolar.

Pero él es también el primer agresor en México y probablemente en el mundo que, por razones inexplicables de la vida, se convirtió en donador de cinco órganos bajo circunstancias favorables en todos los sentidos. Y ese es el otro lado de la historia.

Los beneficiados fueron una joven de 23 años, quien recibió una córnea; un hombre de 39, quien obtuvo la otra. El riñón izquierdo fue entregado a un paciente de 26 años; el riñón derecho a otro de 28, y el hígado fue para un adulto de 37, todos inscritos en el Registro Nacional de Trasplantes de la Secretaría de Salud federal.

El corazón, por así decirlo, no tuvo la misma suerte. No pudo ser trasplantado por no encontrarse en buen estado físico, pues luego del tiroteo en el Colegio Americano del Noreste, Federico fue trasladado en ambulancia a un hospital local, donde se certificó su deceso por muerte cerebral y no por un paro cardiaco.

Eso significó que en el lapso transcurrido desde el momento del tiroteo (pasadas las 8:00 horas) hasta las 10:49 (hora oficial de su defunción), el corazón adolescente continuó latiendo, lo que permitió mantener la irrigación de sangre y oxígeno a los órganos donados; no así del corazón, que llegó cansado al hospital, con un cuadro de inestabilidad hemodinámica causado por un descenso en la presión arterial.

Bajo un protocolo de evaluación muy estricto, los médicos encontraron que ese órgano era inviable para fines de trasplante, por carecer de 100 por ciento de calidad, por lo que fue cancelado su envío al hospital La Raza del IMSS, en la Ciudad de México, donde un paciente requería con urgencia un corazón para vivir.

“Yo creo que el mensaje es que, independientemente de la calidad moral o humana de las personas, todos somos donadores, todos podemos serlo. Dentro de la tragedia y la tristeza de este hecho, finalmente hubo una parte de consuelo al ver que cinco personas tuvieron la oportunidad de volver a vivir”, expresa el doctor José Aburto, quien encabeza el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra).

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