Ciudad de México.- Resulta que una agente de bienes raíces conoció a un hombre nada agraciado, introvertido, más bien, ermitaño, con una sonrisa un poco chueca y callado, callado. Nadie pensaría que se fijaría en él, pero se enteró que era millonario e instantáneamente se ‘enamoró’ de él.
Sandrine Devillard revisó unas propiedades en los Alpes franceses y allí conoció a Marcel Amphoux, un ermitaño 25 años mayor que ella y con una fortuna de millones, incluso era el dueño de varias propiedades en los pueblos cercanos.
Según Infobae, la pareja contrajo matrimonio a pesar de que los aldeanos, siempre agradecidos por la ayuda de Marcel, se esforzaron en sabotear la unión.
Sandrine no pasó ni un día con su esposo, siguió trabajando en París hasta que, un año después, Marcel falleció en un accidente de tránsito de forma misteriosa; lo acompañaban dos amigos de Sandrine que, por cierto, sobrevivieron.
e inmediato, trató de quedarse con todas las propiedades de su marido pero un documento escrito con puño y letra de Marcel aclaró toda la situación.
Las propiedades fueron dejadas a los mismos inquilinos de siempre y el resto a una prima. A Sandrine, nada.
La mujer trató de hacerle frente a la Ley alegando que la letra no pertenecía a su fallecido esposo, pero el tribunal se percató de que todo era parte de un abusivo plan y le negó la demanda.
El Fiscal Rafael Balland dijo que “la voluntad se debía cumplir y que no había evidencia de que no fuera su letra”.
Pobre mujer, se casó por nada. Ojalá no vaya a estafar a otro desesperado millonario por ahí.