Los ciclos se cierran, las etapas terminan, los periodos se acaban y todo se convierte en historia. Algunos la harán de bronce; otros, una historia oficial y no faltará quien la quiera convertir en discurso hueco. El siglo XX como lo conocemos quienes vivimos una parte, corta o larga de él, se ha terminado con la muerte de Fidel Castro Ruz el 25 de noviembre de 2016, a los 90 años de edad. Se terminaron los sueños de utopía. Se terminaron las imaginaciones. Se terminó lo que quedaba de un mundo dicotómico, herencia de la Guerra Fría.

Murió el Comandante y Jefe de la Revolución Cubana Fidel Alejandro Castro Ruz. Murió un personaje odiado por los gusanos en Miami y los adoradores de la quimera y del sueño capitalista y respetado por libertarios e idealistas. Murió una leyenda que se forjó a sí mismo a lo largo de su constante lucha por frenar una ideología que hoy, donde el mundo se ha derechizado in extremis, era el fiel de la balanza y un referente.

Dentro de los artífices del siglo XX, héroes y villanos que lo forjaron, lo formaron y lo transformaron, pocos personajes de su talla. Villanos latinoamericanos tan execrables como Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana o Anastasio Somoza en Nicaragua o la dinastía Duvalier en Haití o Alfredo Stroessner en Paraguay u Omar Torrijos en Panamá o Juan María Bordaberry en Uruguay o la Junta Militar en Argentina o Augusto Pinochet en Chile nunca jamás serán absueltos por la historia.

Personajes que forjaron patrias a costa de sus propios conciudadanos, como Charles de Gaulle, en Francia, o Winston Churchill, en Inglaterra, pudieron ver cómo se desmoronaba, de a poco, su proyecto de nación para dar origen a una nueva propuesta, más moderna, y su fama se convertía en sombra, mientras envejecían siendo solo historia.

Fidel Castro dará de qué hablar durante muchos años más, como lo dio a lo largo de su vida pública. Siempre en la picota de la polémica, hizo suyo el don de la palabra y el don de la acción. Que cometió errores históricos, tomó malas decisiones o tuvo gestiones polémicas, es obvio. Fue un ser humano en el más profundo sentido de la Res griega. A Castro Ruz habrás que leerlo siempre en contexto del mundo que le tocó vivir y enfrentar: un mundo donde la tiranía de Fulgencio Batista convirtió a Cuba en el burdel de los Estados Unidos; un exilio mexicano donde fue apoyado por Lázaro Cárdenas y donde tuvo contacto con Ernesto Guevara de la Serna; un mundo donde la Casa Blanca, desde 1962, cercó a la isla para ahogarla con un embargo comercial que la orillo a la crisis; un mundo donde la CIA, el FBI y la inteligencia americana siempre estuvieron pendientes de él y de su régimen para asesinarlo y nunca pudieron.

Fidel Castro sobrevivió a 11 presidentes estadunidenses —Dwight D. Eisenhower, John F. Kennedy, Lyndon Johnson, Richard Nixon, Gerard Ford, James Carter, Ronald Reagan, George Bush padre, Bill Clinton, George Bush hijo y Barak Obama— y a 7 líderes de la extinta URSS y de Rusia —Nikita Jrushchov, Leonid Brézhnev, Yuri Andrópov, Konstantín Chernenko, Mijaíl Gorbachov, Borís Yeltsin y          Vladímir Putin— y siempre la estampa del héroe de Sierra Maestra estuvo firme.

La lucha iniciada por el movimiento 26 de Julio con el ataque a los cuarteles militares de Santiago, con lo que simbólicamente inició la Revolución Cubana, empieza ahora, con la muerte de Fidel Castro, su verdadera lucha. La lucha por mantener la dignidad y la unidad de un pueblo que ha sufrido injustamente por culpa de sus propios connacionales que huyeron a los Estados Unidos para ser la voz disidente de una América Latina Libre del influjo del imperialismo emanado de la Segunda Guerra Mundial y de los resabios del conflicto entre los bloques capitalistas y comunistas. Un lucha para evitar que todo lo que Cuba ha logrado en poco más de medio siglo siga creciendo en aras de la libre determinación de un pueblo feliz y soberano. La lucha contra los poderosos extranjeros que han vista en la mayor de las Antillas el botín deseado y, hasta el momento, no alcanzado. La lucha por una Cuba libre y verdaderamente autónoma.

Las banderas, en toda la isla caribeña y en otras muchas partes del mundo, así como en millones de corazones, están ondeando a media asta. Murió Fidel Castro Ruz y con él las revoluciones ideológicas y el siglo XX completo. Nadie más queda como referencia de una época en donde la utopía, tristemente, ha dado paso a las distopías. Un mundo donde el corazón ha dejado de latir a la izquierda para fanatizarse desde el conservadurismo y la explotación del hombre por el hombre es la única posibilidad.

El siglo XX cerró su última página, quizá la más importante y la más radical. Murió el último de los revolucionarios. Murió el último de los grandes líderes nacionales e internacionales. Murió el gran detractor de los Estados Unidos como sistema ideológico y económico. Murió el comandante y compañero Fidel Castro. Los puños cerrados seguirán levantados en señal de duelo. Quien no ha muerto es Cuba.

Pero esto es tan solo mi sentir.

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