FOTOS: ACG

ALFOMBRA ROJA

Alejandro Báez / Primera Plana Noticias

  • Inicia con gala el Festival de Cine
  • En la pasarela se dieron lugar funcionarios gubernamentales, empresarios, actrices, actores, futbolistas, críticos de cine, directores y productores tanto nacionales como internacionales
  • Los gritos de la multitud fueron con la vlogera Yuya y con Gael García, invitado especial de esta gala

Los gritos de ¡¡Gael, Gael!! no se hicieron esperar faltando quince minutos para las 8 de la noche del viernes 21 de octubre de 2016 de las quizá, aproximadamente, 500 personas congregadas en el estacionamiento de Plaza Morelia, frente al complejo cinematográfico en donde se estrenó Neruda, la película del chileno Pablo Larraín protagonizada por Gael García Bernal, a quien se esperaba con ansia.

Por eso los gritos y las porras no dejaban de sonar. Desde las 4 de la tarde, los gruppies y villamelones del séptimo arte empezaron a formarse en torno a las vallas que delimitaban el espacio por donde los invitados especiales y las personas con pase tendrían acceso a la gala inaugural del 14 Festival de Cine de Morelia.

De a poco, de a cuenta gotas, los admiradores, cazaautógrafos, buscadores de selfies, gritones del espectáculo, enamorados y enamoradas de talentos de pantalla, sea grande o sea chica, se agolparon para ver a sus dioses de celuloide, de onda digital o simplemente para estar en el borlote del glamour de la inauguración del Festival.

Los organizadores del mismo estaban aquí y allá. Hablaban a través de sus radios portátiles. Establecían entre ellos y luego con la gente la mecánica de dónde formarse, por dónde pasar, adónde acomodarse.

Aquí, seguridad máxima y con elementos listos para escudriñar el interior de los vehículos; no se les fuera a colar alguien a la alfombra roja a los que flanquearían el paso a los invitados especiales. Allí, los que tienen boleto para la función y sólo asisten como espectadores de discursos y esperan, quizá, poder tomarse una foto exclusiva con alguien importante o atractivo para presumirla después:

“Mira, estuve en la alfombra roja con…”.

Y allá, detrás de la barrera, como en los toros, fuera del corral, los espectadores que laten con la esperanza de la espera de simplemente verlos, gritarles. Quizá de que volteen hacia ellos y sientan la mirada depositarse sobre sí. El público que no va a entrar pero siempre apoya y le da ese toque de sonoridad ruidosa pero siempre necesaria por festiva a cualquier festival de cine del mundo.

A las seis de la tarde, la gente sigue llegando o formada para ingresar, dependiendo de su estatus y su boleto, invitación, acreditación o ausencia de esta. ¿Cuántos estamos en espera de ver? Poco a poco los cadeneros empiezan a pedir los boletos y los primeros en ingresar a la sala, a un costado de la alfombra roja, empiezan a pasar al interior del cine, en busca de sus lugares y dispuestos a disfrutar discursos previos a la proyección de la cinta Neruda.

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Por esa fila, donde los ingresantes no pisan la alfombra roja ni son rechiflados ni ovacionados ni saludados ni van haciendo el clásico corto, corto, largo para responderle al público que desde hace horas está allí esperando, desfilan una capa variopinta de personalidades.

Lo mismo quienes asumieron con toda ética y responsabilidad que asistían a una gala inaugural de un festival internacional y sus vestidos Christian Dior comprados en Zara o en alguna otra exclusiva boutique refulgían; pero también los había quienes llegaron vestidos como si fueran a comer a la casa de la abuela para ver un partido de futbol con la familia. Por esa pasarela sin encanto ni atractivo, lo mismo desfilaron zapatos de tacón de 12 centímetros que tenis, pajaritas y escotes que sacos y jeans, lo mismo peinados de salón que despeinados de la madre viento. Parejas, hombres solos, grupos de amigos, familias, extranjeros, nacionales, jóvenes, viejos, infantes, pubertos, importantes o desconocidos pero todos con deseos de presumir que asistieron a la premier de Neruda.

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Por allí vimos ingresar a Silvia Figueroa Zamudio, hasta hace una semana Secretaria de Educación Pública del estado y ahora recién estrenada Secretaria de Cultura; también al diputado local Fidel Calderón Torreblanca; a Verónica Bernal Vargas, la presidenta del patronato del Festival de Música de Morelia; a ganadores de premios de ediciones anteriores del festival, como a parte del equipo productor del cortometraje Donde Nunca Morirás…

Mientras ellos ingresaban a la sala para acomodarse, los vehículos con los invitados especiales empezaron a hacer su arribo. Dos horas de constantes llegadas de camionetas y algunos carros de donde salieron, entre sonrisas y destellos de flashes de cámara y algarabía del público asistente, que solo estaba allí por ellos, para verlos, a lo más fino y selecto de los invitados de gala a esta premier inaugural.

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¿Dónde quedó el glamour de llegar en limusina a una alfombra roja en lugar de camionetas como las usadas por las mamás para ir a la escuela con sus hijos? A lo mejor la respuesta está en la seguridad, a lo mejor la respuesta está en la carencia de estas unidades en Morelia, quizá la respuesta está en el aire, como canta Bob Dylan.

La mayoría de los que llegaron para pasar por la alfombra roja no causaron impacto en los congregados pues eran productores cinematográficos para la mayoría desconocidos, además de hombres de corbata de la industria del cine, tanto nacional como internacional.

A las siete de la tarde, una camioneta blanca se detuvo frente a las cámaras de televisión y de fotografía, como otras antes durante una hora de pasarela. Descendió una jovencita veinteañera vestida de falda verde y blusa blanca y, de inmediato, como una descarga eléctrica, los esperantes que estaban deseosos de una foto o un autógrafo o un grito, reaccionaron.

–¡¡Es Yuya!!

Todo se volvió confusión por los gritos. La vlogera Mariand Castrejón, mejor conocida como Yuya fue recibida por sus fans entre brincos, clamor, teléfonos celulares para inmortalizarla y solicitudes de un autógrafo o de una selfie. La consejera de toda una generación de adolescentes saludó a la multitud y, rompiendo los protocolos, fue a saludar a quienes estaban en la valla deseosos de decirle “Gracias, Yuya, por tus consejos”, “Gracias, Yuya, por tus videos”… Fue besada, saludada, estrechada por manos lo mismo de adolescentes de 15 años que por los papás de ellos.

FOTO: Alex Báez
FOTO: Alex Báez

Entre porras, gritos y todo un escándalo, Yuya ingresó por la alfombra roja y fue devorada por la sala de cine. Seguramente en unos días podremos ver en su canal de YouTube sus comentarios sobre su asistencia a este 14 Festival de Cine de Morelia.

Un poco después, la situación volvió a tensarse cuando hizo su arribo Camila Sodi. Nuevamente, desde la vaya que se arremolinaba, la recibieron con gritos y vivas. Ella saludó como una verdadera diva de cine, a los cuatro puntos cardinales, para que todos le admiraran el porte y la sonrisa; pero esta se le desdibujó, sin perder la clase, cuando desde las gradas, un coro empezó a gritar “¡Gael, Gael!”. Con todo el desplante de su calidad de actriz de cine y de telenovelas, Camila Sodi hizo mutis entre voces que clamaban por el amigo entrañable y socio de su exmarido y padre de sus dos hijas.

El tiempo pasaba. Para muchos, la espera era ya de más de tres horas. Descendieron de sus grandes carrazos y camionetas José María Yazpik, Osvaldo Benavides y Sebastián Zurita, entre otros muchos; unos con más recepción que otros.

A las siete y media de la tarde, y con dos camionetas de distancia, hicieron su llegada triunfal, primero, Alfonso Martínez Alcázar, presidente municipal de Morelia, y después Silvano Aureoles Conejo, gobernador constitucional de Michoacán.

Alfonso Martínez, siempre con su sonrisa a flor de piel, descendió de su vehículo y empezó a saludar al público asistente. “¿Quién es él?”, preguntaron varios de los esperantes sin reconocer al munícipe. Cuando descendió Silvano Aureoles, este solo se cerró el saco negro y empezó a caminar, inhiesto, por la alfombra roja, saludo a las cámaras, acostumbrado a las pasarelas políticas y a las recepciones.

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Los relojes de todos avanzaban con premura y el invitado de honor no llegaba. Algunas personas, las menos, cansadas de una larga espera y de que el frío de las ocho de la noche empezaba a cernirse sobre Morelia, empezaron a abandonar sus lugares en la valla. Quienes decidieron esperar, se preguntaban con la mirada de duda cuándo llegaría.

A las ocho de la noche, cuando la oscuridad era violada por las luces que iluminaban hacia las estrellas del cielo, la camioneta esperada arribó a la alfombra roja. Aun antes de descender, la gente ya coreaba su nombre y se arremolinaba, como tratando de tener un centímetro menos de distancia para verlo mejor.

–¡¡Gael, Gael, Gael, Gael!!

El protagonista de Neruda, la película chilena que revisa la vida y obra del poeta y que es la premier de este festival, descendió de la camioneta, recibido como todo un rockstar por los esperantes ,con gritos, flashazos, porras y silbatinas.

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Gael García Bernal, con su 1.68 metros de estatura y sus 37 años de edad, durante 10 minutos, y contra todo protocolo, pues ya le reclamaban su presencia dentro de la sala, se dedicó a saludar a todos los que la seguridad de él y del festival lo dejaron. Fotografías, autógrafos, hasta un beso tuvo que dar.

–Es el más guapo. Le toqué la mano cuando le di la pluma para que me firmara mi libreta. Es tan sencillo. Es el mejor –dice Fernanda, adolescente de 15 años que lo esperó desde las 4,30 de la tarde.

Nadie se movía de sus lugares en espera de que Gael García pudiera llegar hasta ellos. Durante la sesión de fotos y entrevista en exclusiva para los medios que cubren la alfombra roja, Gael se mostró sonriente y agradecido por el recibimiento. Su discurso, las palabras importantes, las daría dentro de la sala, al inaugurar y presentar Neruda.

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Al perderse Gael camino a la proyección, la gente, afuera, no se movía. ¿Sería que volvería a salir?

“Yo me voy a quedar hasta que salgan de la película” comentó un muchacho, quien no alcanzó ni foto ni autógrafo de Gael.

Nadie se percató de que pasadas las ocho de la noche, arribó, en último lugar a esta alfombra roja, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Nadie le gritó a pesar de que él, como antes, cuando estuvo en campaña, saludó a una multitud que no lo reconoció.

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La alfombra roja de la gala inaugural de la edición número 14 del Festival de Cine de Morelia terminaba. Dentro, los funcionarios daban sus discursos. Protocolo previo necesario antes de apagar las luces y de que comience la magia de este festival y se presente el verdadero invitado especial: las películas.

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