Fotos: ACG

Chicharras, dirigida por Luna Marán, es una de las propuestas más impactantes de la Sección de Largometraje Mexicano del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) 2024. Además, forma parte del Foro de los Pueblos Indígenas, lo que subraya su relevancia cultural y social al abordar la relación entre los pueblos originarios y las problemáticas territoriales.

La película nos transporta a San Pablo Guelatao, un pequeño pueblo enclavado en la sierra de Oaxaca, donde las luchas por la tierra y el acceso a servicios básicos se entrelazan con la preservación de los usos y costumbres.

Marán teje un relato centrado en la discusión comunitaria sobre la construcción de una carretera en una localidad que carece de automóviles, pero también de servicios fundamentales como el agua. A través del consejo de ancianos y también el Cabildo del pueblo, la audiencia es testigo de un intenso debate sobre las implicaciones de abrir un camino que, en principio, parece ser una solución al aislamiento, pero que en la práctica plantea cuestiones medioambientales y culturales más complejas.

La cámara de Marán capta con especial delicadeza los paisajes oaxaqueños, pero es en las palabras de la comunidad donde reside el verdadero poder de Chicharras. En la lengua zapoteca, cuya revitalización es un tema recurrente en la película, se preservan las raíces del pueblo, destacando la importancia de este rescate lingüístico como símbolo de resistencia cultural.

Uno de los momentos más significativos es la pregunta que resuena en la comunidad: “Si no hay agua, ¿qué va a pasar con nosotros?”. Esta reflexión se convierte en un hilo conductor que enmarca el dilema de la carretera y la supervivencia de la comunidad en un entorno que enfrenta las amenazas del cambio climático y la modernización mal planificada.

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