Pequeñas figurillas, apenas más grandes que el muñequito de la rosca de Reyes, o grandes esculturas, que asemejan a recién nacidos humanos, todos observan a quienes caminan por los pasillos del mercado Independencia, envueltos en telas, decoraciones, y colores.

Y desde los pasillos, los transeúntes responden a esas miradas, admirando la variedad de atuendos, tallas, precios y colores que ofrecen los locatarios.

“¿Tendrá el de Santiago Apóstol?”, “Necesito un trajecito, talla 25, por favor”, “¿cuánto cuestan los zapatos?”, preguntan los clientes a los vendedores.

Este 2 de febrero los devotos católicos conmemoran la fiesta de La Candelaria, cuando, según el relato bíblico, María la Virgen llevó a cabo su rito de purificación tras el parto y la presentación del pequeño Jesús ante el templo de Jerusalén.

Son las velas o candelas la marca característica de esta festividad, y don las que dan su nombre a las mismas.

San Judas Tadeo, Santiago Apóstol, Cristo Rey, son algunas de las presentaciones recurrentes para el Niño Dios en el mercado Independencia, pero también algunas que aluden a necesidades específicas de los fieles, como abundancia, trabajo, salud.

Asimismo, se tienen atuendos más innovadores, como los muy solicitados médicos, armados con estetoscopio y maletín; los atuendos de inspiración precolombina, o futbolistas y mariachis, muy requeridos, pero, al ser considerados no tradicionales, “nosotros no los vendemos”, indica Rosa Ferreyra, vendedora en el mercado Independencia.

“Los atuendos los adquirimos a diferentes proveedores, traemos solo los más pedidos, y solo los tradicionales”, reitera.

Y es que “vestir al Niño Dios es una costumbre, una tradición, una devoción. Cada vez es más costumbre, una práctica que no se siente y se acerca más a una obligación, necesitamos recuperar el respeto, acercarnos un poquito a Dios”, agrega Guadalupe Ramírez, oferente de artículos para ataviar al Niño Jesús.

La creatividad desplegada en los modelos se ve también en los precios. Se puede conseguir ropajes para un pequeño Niño Dios, del tamaño de una figurilla de rosca de Reyes, por 60 pesos, o desde 550 pesos, para una figura de mayor tamaño, vestida de gala, detalla Elena Tapia, locataria del mercado Independencia.

Asevera que la tradición sigue viva, más allá de la modernidad y el cambio en las prácticas culturales, alimentada por la fe y avivada por el olor y el sabor de los tamales.

Porque, al ser la presentación del Niño Dios en el templo, se precisa de los padrinos, aquellos que encontraron la figurilla en la rosca de Reyes y que, este 2 de febrero, agasajarán a sus familiares y amigos con tamales para celebrar.

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