Fotos: ACG

Sobre las mesas en los hogares, oficinas, centros laborales, escuelas, donde quiera que los morelianos se reúnan por amor, amistad o compañerismo, esta temporada se encuentra una rosca de Reyes Magos, un pan especial y único que trasciende las fronteras de la fe, los gustos culinarios, el antojo de cada persona.

Desde hace al menos cuatro décadas, Oliverio Cruz Gutiérrez, expresidente de la Cámara Nacional de la Industria Panificadora (Canainpa) en Michoacán y responsable de las panaderías Los Olivos, ofrece la tradicional y siempre renovada rosca de Reyes Magos, símbolo del compartir lo mejor en el inicio de un nuevo año.

Mantequilla, leche, huevo, ates, pulpa de naranja, se entremezclan con ingredientes innovadores, como queso doble crema, zarzamora, cajeta, crema de avellanas, nueces, arándanos, frutos secos macerados en ron, para dar lugar a una pieza única por su temporalidad, su sabor y calidad.

“La temporada de Reyes Magos son unos días, pero la elaboración de la rosca requiere de meses, llegar a hoy implica un proceso de organización y planeación, desde la caja del empaque hasta los más pequeños insumos. La idea es generar un pan muy especial, para que valga la pena, para dar la bienvenida al año y desearnos lo mejor, con muchas vibras positivas y el mejor sabor”, explica Oliverio Cruz.

Agrega que la receta, que va desde el cuidadoso amasado de las roscas hasta el empacado y etiquetado, es una herencia familiar que se ha cultivado con amor por alrededor de 40 años, aunque nunca se ha dejado de lado la búsqueda de nuevos elementos para sorprender la vista y los paladares de los comensales.

En la panadería Los Olivos, desde temprano decenas de manos se afanan en las roscas, que pronto empiezan a ocupar su nicho de honor en el piso de venta. El olor del pan recién horneado inunda el sitio e invita a degustar.

“Tenemos la receta tradicional, de más de 40 años, pero desde hace 20 años empezamos a meter rellenos horneables, como el queso, la zarzamora, los frutos secos, la cajeta, especiales para resistir el calor sin cristalizarse y manteniendo su consistencia, una labor ardua que hemos hecho para brindar la mejor calidad”, detalla Cruz Gutiérrez.

No siempre fue así. En los primeros años de la década de 1980, las panaderías tradicionales no elaboraban más que unas pocas roscas para clientes que de forma recurrente adquirían el producto.

Fue con el arribo de residentes en Ciudad de México, entonces Distrito Federal, tras el sismo de 1985, que se popularizó la degustación de la rosca, y las panaderías tradicionales pronto adoptaron el producto y lo adaptaron a los gustos de Morelia.

“La rosca es una tradición arraigada en Morelia y los municipios más grandes del estado, en otros municipios es incipiente, pero en cualquier lado se fortalece año con año”, refiere.

Y es que la rosca se comparte en el Día de Reyes Magos con la familia y los más cercanos, para luego partirla con los compañeros de escuela, del trabajo y en diversos puntos, incluso en la comunidad.

“Esperamos este fin de semana una venta un poquito lenta, pero a partir del lunes 8 de enero mejorará el movimiento, con el regreso a clases y al trabajo”, confía Cruz Gutiérrez.

Una media de 400 roscas saldrán cada día de los hornos de Los Olivos, para un total producido de dos mil piezas, desde pequeñas roscas de 60 pesos, tradicionales y para tres personas, hasta roscones que disfrutarán hasta 35 personas, con precios de 580 pesos, con ajuste al alza en función del relleno elegido.


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