Morelia, Michoacán
Tres Cerritos abre sus vientos y veredas, su historia y su tierra ancestral para abrazar a 145 danzantes, 21 danzas y sonrisas que resplandecen como luces espirituales.
Llegan de cualquier lugar, protegidos por Fuegos, Vientos, Aguas, Tierras, Huehuetl y Pantlis. El viento que corre, arrulla el rezo que se eleva sobre lo que fue el espejo del lago de Cuitzeo; es una plegaria porque acabe la sequía. Las abuelas y los abuelos ruegan por la regeneración del agua….
La danza como posibilidad de unión, de sanación, de hermandad, pero sobre todo de conexión con los guías elementales: tierra, agua, viento y fuego. Ese es el epicentro, la propuesta y la labor del Calpulli Coyoltin Ayacaxtli, que este 16 de diciembre cumplió nueve años de ofrendar danzas mexicas en honor al movimiento.
En las silentes estructuras piramidales de Tres Cerritos en Cuitzeo, se tejieron las danzas para honrar y agradecer.
Desde un sueño, una visión, la historia de este Calpulli ha crecido hasta albergar a más de 50 almas que buscan en el movimiento el reflejo de su esencia. Tres grupos danzan con devoción: martes en el Bosque Cuauhtémoc, miércoles en Pátzcuaro, y sábados en la Casa de la Cultura de Morelia. Un ejército de danzantes que se busca a sí mismo a través de los pasos sagrados.
En este viaje espiritual, Yao, Julissa Quetzalyohualli, Iveth Tikuini y Brisa Xochitlahtohuani son las voces que emergen, compartiendo medicina desde la palabra, el movimiento y la experiencia. Los elementos son guiados por Fuego, Viento, Agua y Tierra, portados y representados por Beatriz Adriana, David Tlakatzin, Yunuen Citlalyolotl y Rosa Angélica, respectivamente.
La preparación para danzar es vital: temazcales, rezos de chanupas y cientos de ensayos entre cantos y risas, inspirando a hijos, amigos y familiares. Coyoleras y ayacaxtli son más que accesorios; son armas de guerra, portadoras de una historia ancestral.
La ceremonia de Aniversario
La ceremonia, desde la zona arqueológica Tres Cerritos, despliega 145 danzantes, 21 danzas y sonrisas que resplandecen como luces espirituales. Protegidos por Fuegos, Vientos, Aguas, Tierras, Huehuetl y Pantlis, se eleva un rezo por el Lago de Cuitzeo, por la sequía, las abuelas, los abuelos piden la regeneración para el agua.
Las bendiciones fluyen para los hermanos del Coyoltin Ayacaxtli, deseando que la energía inunde e irradie con sus familias. En esta danza, más que movimientos coreografiados, se experimenta una conexión con lo trascendental, donde cada paso resuena con la esencia de la tierra y los ciclos eternos.
El calpulli, con sus nueve años de danza, es un faro que guía los pasos desérticos, pero también montañosos, en ese eterno buscar de la conexión con la esencia, con la fuente, con lo divino, con Ometeotl.
¿Y todo para qué?
Para entender que me rige el 4-Conejo, que los ciclos de la tierra y su fertilidad son mis guardianes.
Que me cobija la veintena de Xipe Totec, me invita a abrazar los cambios, la transformación y disfrutar la danza descalzo porque desollarme los pies, de vez en cuando, es parte del camino.
Que mi veintena, 1-Carrizo me lleva a cuestionar mi flexibilidad emocional y motriz.
Que mi día, 9-Caimán me lleva a poner la panza sobre la tierra y tragar a sorbos las canciones de Coatlicue. Y aterrizar los pasos para bajarme de la nube.
Que en la hora de nacimiento se arrastraron las serpientes, a sacar lo viejo, lo que no sirve, a mudar de pieles, mientras su lengua bífida, le sonríe al amanecer.
Que mi acompañante diurno es Quetzalcóatl, para buscar la paciencia y la ciencia.
Que en la noche me vela Pilzintecuhtli, para jugar con los soles nacientes.
Que mi nahual es el guajolote, y esa eterna necedad de ponerse al servicio de los demás.
Aho.