Morelia, Michoacán
Raúl Jacbel era un apasionado de las motos y de la restauración de autos, un oficio que aprendió desde muy pequeño con su padre hasta consolidar la empresa que era su sello y marca: “Jacbel Automotriz”. Un sueño que duró sólo unos años, pues la muerte lo alcanzó velozmente.
El joven empresario perdió la vida la madrugada del pasado jueves, cuando tripulaba la pieza de arte que él mismo había moldeado, pieza por pieza, una motocicleta GSX R 600, modelo 2013, detallada con fibra de carbono forjada y laminilla de oro de 24 kilates. Era un diseño Yin Yang, presumía en sus redes sociales.
Con ese bólido de manubrio recto y cromado, brilló, como solía hacerlo, en una exhibición nacional celebrada días antes de la tragedia. Fue su última escala en competencias.
Cuando tripulaba su motocicleta sobre avenida Madero, no vio el reductor de velocidad en obra que había a la altura del templo Mater Dolorosa y ‘voló’ por los aires, cayendo proyectado sobre el pavimento. Fue una muerte inmediata, según los reportes oficiales, aún y cuando traía puesto el casco.
Su cuerpo quedó boca abajo y la motocicleta, también destruida, a varios metros de distancia.
“Disfruta del camino mientras llegas al destino”, había posteado en su cuenta de Facebook el 5 de agosto del 2022. Un año y cuatro meses después, el destino de muerte lo alcanzó.
Desde ese jueves 14, las redes no han dejado de sacudirse con la partida de Jacbel.
“De las peores noticias que esperaba. Poca gente como tú, tus proyectos, tu sonrisa y excelente karma, tu humildad y forma de ver el mundo… y yo demasiado lejos para acompañarte en tu última rodada ptm!!!”, escribió su amigo Enrique Hernández.
A Omar, otra de sus amistades, la tragedia lo sorprendió.
“Algún día estaremos juntos pequeño. Volaste tan rápido como las ganas que tenías en todos tus proyectos. Raúl Jacbel, eres un chingonazo!! Gracias por tanto”, le dedicó.
Fany Martínez reveló haber hablado con él todavía un día antes: “mi mejor amigo se fue. Teníamos tantos planes, todavía ayer lo platicábamos, tantas risas, aventuras y sobre todo tanta tranquilidad que me dabas. Gracias por todo”.
“Carnal, te quiero con el alma”, “vuela alto, amigo”, “gran ser humano, un hombre ejemplar, empresario, trabajador incansable, hijo amoroso y excelente amigo”, son frases que corren en retahíla por la red social.
Al dolor, le siguió la rabia.
Las expresiones de lamento han ido secundadas con la exigencia de que se investigue el accidente para determinar si hubo negligencia, falta de señalética, alertas o avisos en la obra del reductor de velocidad que lanzó a Raúl hasta el cielo.
Entre los mensajes, destaca una convocatoria a clubes de bikers, motociclistas, automovilistas y amigos de la víctima, a protestar afuera del Congreso del Estado “para que exista una normatividad y regulación de los topes o reductores de velocidad, estudio previo antes de instalarlos y análisis de viabilidad de los mismos”.
Y es que, entre los allegados al joven empresario, la falta de visibilidad de señalamientos y el siga del semáforo que se ubica en ese punto, que lo hizo acelerar, podrían haber sido detonantes en su muerte.
Dos décadas duró su viaje por la restauración de motos y autos. Inició en 2003, ayudando a su “gran jefe” –como se refería a su padre y maestro-, en la reconstrucción de un VW Sedán 1968 que luego su papá le obsequió por terminar sus estudios.
“Se llegó la hora”, posteó Raúl, ya consagrado en el oficio, el día en el que comenzó los trabajos para adaptar, casi desde cero, su GSX R 600.
Imposible imaginar ese día, que también la hora de su partida estaba fijada. Su rodada en la vida se detuvo el 14 de diciembre del 2023, al volante de su máxima creación.
Bendiciones vuela alto, rueda caminos infinitos en los cielos disfruta tu viaje hasta que llegues al destino