Morelia, Michoacán
En las cazuelas de barro, entre cucharones de madera, molcajetes y metates, entre el humo de los fogones y braseros, a golpe de amasado y torteo, las mujeres preservan la cultura del estado, esa cultura que en su expresión más deliciosa, con mil y una texturas y sabores, se forja en las manos de las cocineras tradicionales de Michoacán.
Es el Encuentro de Cocina Tradicional de Michoacán, y los jardines del Centro de Convenciones y Exposiciones de Morelia (Ceconexpo) se ven llenos de paseantes que acuden a degustar los platillos que llevaron a la cocina mexicana a ser reconocida como patrimonio cultural de la humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en 2010.
Atápakuas, moles, charales, camarones, frijoles, quelites, habas, tortillas recién hechas, desfilan ante los ojos de los visitantes, que, prestos, se acercan a los puestos para elegir entre más de 200 manjares.



De Zamora, Tierra Caliente, Oriente, la Costa, Morelia, Pátzcuaro, vienen las cocineras tradicionales, pero también de estados invitados, como Chihuahua, Puebla e Hidalgo, mientras que la gastronomía internacional, desde Rumanía hasta España, hace presencia de las manos de profesionales de la sartén y el cuchillo.
Un taquito por aquí, un platico allá, no es el momento de guardar la dieta o hacerse de la boca pequeña, porque la cocina tradicional michoacana es vasta como su tierra, generosa como los brazos de las mujeres, recia como los climas en los que florecen los nopales y las milpas.
En Michoacán, la comida sabe a tierra y a casa, y tiene nombre de mujer. Paula, Victoria, Benedicta, Alfreda, Rosalba… cada una con el toque mágico que se mama de la madre y de la abuela, para ser derramado sobre cazuelas y ollas.



Fotos: Fátima Paz
A su paso, los comensales preguntan, quieren saber lo que van a comer y las cocineras tradicionales explican brevemente las historias de los maíces, de las hierbas, de las semillas y de los animales criados en el traspatio.
Las historias que escriben sobre el fuego, a golpe de amasar y tortear, tortear y amasar, para crear las delicias que habrán de satisfacer a los paladares y perpetuar la cultura de sus pueblos.
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