Partieron de Morelia el martes 7 de noviembre con 25 toneladas de cariño, solidaridad y empatía en forma de despensas, medicamentos y otros artículos de primera necesidad destinados a los damnificados por el huracán Otis, en Guerrero.

Fueron siete los trabajadores municipales a cargo del esfuerzo de los morelianos, con la encomienda de llegar directamente a las familias más vulnerables, aquellas que a días de la contingencia más inmediata, apenas hacían un recuento de sus daños.

“Salimos a darle, hasta donde pudimos. Salimos siete compañeros y nuestra misión fue llevar 25 toneladas de ayuda humanitaria directamente a las manos de los damnificados, sin dejar que nadie politizara esos apoyos, una gran responsabilidad”, explica Manuel García, empleado municipal adscrito a la Secretaría de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, con más de 10 años de antigüedad.

Y es que estos trabajadores recibieron dos indicaciones puntuales: llegar a los sitios donde mayor necesidad encontraran y hacerlo sin que algún partido político o gobierno, incluso el de Morelia, asumiera los resultados del trabajo de miles de familias capitalinas que se pusieron en los zapatos de sus homólogos guerrerenses en este trance.

Manuel García, en una de las oficinas del Sindicato de Limpia y Transportes al que está agremiado, relata que a pesar de las posibles complicaciones en el viaje, el primer incidente se registró en Zirahuén, cuando debieron pagar el costo de la caseta de peaje, más de 400 pesos solo por el tráiler, ya que la concesionaria de la autopista consideró que en Guerrero la emergencia se había superado.

“Tuvimos que pagar más de 400 pesos en cuatro casetas de ida, y cuatro casetas de vuelta hasta Lázaro Cárdenas, incluso hablaron con sus superiores los operadores de las casetas, pero estos fueron inflexibles”, recuerda.

Ya en Guerrero: “fuimos escoltados por elementos de las policías locales, de tramo en tramo, hasta llegar a Coyuca de Benítez. No hubo percances, nadie trató de quitarnos las cosas, personal del Ejército Mexicano y autoridades guerrerenses nos apoyaron con la definición de los sitios que aún faltaban por recibir ayuda”.

La instrucción fue entregar en mano y en cada parada del autobús, filas de 100 a 200 personas se hacían a un costado del tráiler. “Muchas familias se formaban completas, hasta los niños, y nosotros solo entregábamos a los mayores de edad”, relató.

Foto: El País

En las bolsas transparentes, sin logotipos o marcas de gobiernos o partidos, las ayudan se dispersaron. No iban solas. Algunas letras de apoyo y ánimo se escribieron por los donantes en las bolsas de arroz, en las cajas de cereal, en los paquetes de papel sanitario, aún cartas de empatía acompañaban las despensas.

“Agradecimiento, algunos llanto, mostraron cuando veían que además de comida o cosas estaban escritos los mensajes de apoyo, estaban agradecidos de que les enviaran estos productos de tan lejos”, refiere Manuel García.

Eran los mensajeros de la solidaridad de los morelianos, pero también pagaron su cuota. Además de la no condonación de las casetas, enfrentaron la falta de sitios para hospedarse y las dificultades para encontrar qué comer.

“Nos iban a dejar en una escuela, pero al final nos consiguieron espacio en un hotel pequeño que no estaba muy afectado por el huracán. El otro problema fue la comida para nosotros, porque 80 por ciento de las tiendas estaban saqueadas y lo poco que había estaba muy caro, una Coca Cola de 600 mililitros estaba a 35 pesos”, detalla.

Aun no pasa la emergencia. Para muchos, alimentar a sus familias aún es un reto en poblaciones que lo perdieron todo. Manuel García describe: “lo que más falta es víveres, de todo tipo, alimento no perecedero y artículos de limpieza y para el cuidado personal”.

Y se dice dispuesto a, en cuanto se reúnan suficientes productos en los centros de acopio habilitados en el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) municipal y el Colegio de Morelia, salir rumbo a Guerrero para llevar el cariño y la solidaridad de los morelianos a quienes más lo necesiten:

“Estamos listos para salir otra vez, sí, estamos a la orden con el camión, nada más hay que llenarlo”.

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