Morelia, Michoacán

La matadora Hilda Tenorio está de regreso y, con 18 placas de titanio en el rostro y dos mallas sosteniendo sus ojos por la brutal cornada que sufrió en 2019 en Puebla, asegura, a la distancia, que lo mejor que pudo pasarle aquella tarde en el ruedo fue que el toro le destrozara la cara.

“El cuerno llegó a un centímetro del bulbo raquídeo; realmente lo mejor que me pudo pasar fue romperme toda la cara, porque en ese momento el toro me soltó y se estampó en tablas”, narra la torera moreliana, de 37 años de edad y quien decidió renunciar a su trabajo como proyectista de sentencias en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), para pararse de nuevo frente a un toro de lidia.

Muchos ya te hacían en el retiro, Hilda…

Aquí estoy y muy contenta de reaparecer. Esa cornada no nada más casi me retira de los toros, sino también casi me retira de este mundo. Ha sido mucho peso, mucho trabajar. Han sido cuatro años fuera de los toros, pero hay que regresar, porque en la vida hay que hacer lo que nos gusta y quiero quitarme esa espinita.

¿Es una revancha?

No revancha, sino que yo lo veo así: no quiero que en la vida digan que un toro retiró a Hilda Tenorio, sino que yo me retiro cuando yo quiero. Solamente el de arriba es el que decide cuándo, entonces es luchar. La recuperación ha sido lenta, de mucho tiempo y mentalmente es también brincar muchas cosas. Esa cornada me hizo recapacitar sobre lo que quiero para la vida, para mi vida. Hoy me siento bendecida por tener esta oportunidad, por tener salud, por poderme vestir nuevamente de luces y poder salir a una corrida tan importante.

Regrésanos a ese momento, ¿qué recuerdas de esa cornada?

Lo que pasó fue que en el primer capotazo yo me hinqué, entonces el toro, al pasar por el burladero alcanzó a subirse al estribo, se pasó un poco y quedé yo atravesada. En ese momento pensé ‘aquí le pego el farol de rodillas’, me hinqué y el toro me agarró por la cara, realmente me partió toda la cara. Tengo 18 placas de titanio y hay dos mallas que sostienen mis ojos. El cuerno llegó a un centímetro del bulbo raquídeo; realmente lo mejor que me pudo pasar fue romperme toda la cara, porque en ese momento el toro me soltó y se estampó en tablas.

O sea que, si el cuerno ha seguido la trayectoria, te mata…

Me mata, o si no me suelta y me lleva contra tablas, me mata. También tuve una fractura en el lóbulo frontal, que interesó poquito, pero estoy bien. Ya estaba loca desde antes (risas), pero estoy bien. Las personas que me conocen dicen ‘está igual’.

Bueno, es que, para lidiar un toro, como otras actividades de alto riesgo, requiere de una dosis de locura…

Sí, más que nada creo que se lleva un ideal a costa de todo. Seguir tus sueños nunca va a ser locura, sino que se lleva un ideal. También sé que para los toros hay un tiempo; soy abogada de profesión, entonces, y ahí si me dicen que estoy loca, pero estaba trabajando en la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México, con el equipo de la ministra Margarita Luna Ramos y me salí de trabajar precisamente por volver a los toros, pero para mí era muy importante cerrar este ciclo.

¿Qué hacías exactamente en la Corte?

Estaba proyectando sentencias, dar una opinión jurídica, proyectar. Es muy bonito, pero requiere de mucha responsabilidad, porque las decisiones de la Suprema Corte son las últimas; es el máximo poder jurisdiccional del país y para mí era un honor estar en la Suprema Corte, pero en la vida hay etapas y, algo que me ha enseñado mucho mi papá, es que la felicidad la da el hacer lo que uno quiere en todos los momentos de su vida, y esto de los toros me apasiona, me llena mucho. Creo que está claro que doy mi vida por los toros.

Por eso para mí era importante volver a esto, quitarme la espinita, y es que para los toros hay una edad y ahorita estoy en edad, tengo salud y las condiciones físicas para torear, y leyes, pues las puedo ejercer así tenga 90 años. Eso es lo que estoy haciendo, siendo feliz.

¿Cómo te has preparado para este regreso?

Me fui a España varios meses y otros más he estado aquí en México. Realmente yo tenía la ilusión de reaparecer allá, pero no se daba la oportunidad. Hice algo de campo y después el empresario Federico Pizarro, de Ángeles Taurinos, me llamó para esta corrida y me encantó la idea, porque es una corrida benéfica, porque se va a apoyar a un centro oncológico en la lucha contra el cáncer de mama. Me gustó mucho que la reaparición de Hilda Tenorio fuera ayudando a otras personas.

Además, la carne de los toros lidiados en la corrida se dona al Banco de Alimentos de Morelia. Ahí se quita un tabú, una mentira, donde dicen que esa carne no se aprovecha, que es mala. Al contrario, la carne del toro de lidia es la verdadera carne orgánica, porque el toro es cuidado durante cuatro años con los mejores alimentos, en completa libertad, libre de estrés, y al final lucha, como es su naturaleza, 20 minutos en el ruedo. Si lo comparas eso con la vida del toro manso, pues es muy fea la vida del toro manso, que vive solamente siete meses y nada más tiene la opción de morir o morir.

¿Qué sabes de los dos toros que te va a tocar lidiar este sábado?

Ya llegaron a la plaza, sé que la corrida va a estar muy bien presentada. Es de una de las mejores ganaderías del país y he visto fotos de que llegaron. Son cuatro toros de pie, pero de esos no sé cuáles son los dos que me van a tocar, hasta que se lleve a cabo el sorteo horas antes del evento, como lo dicta el reglamento. Hasta ahorita lo único que sé es que cada toro tiene dos orejas y un rabo.

¿Cómo le haces para vencer el miedo y regresar, después de esa brutal cornada?

Decía mi maestro que el valor lo da la seguridad de saber hacer las cosas. Si bien el miedo nunca se quita, ahí está, hay que aprender a disfrutarlo. Todo el trabajo, todo el entrenamiento, ese esfuerzo que he hecho me ha dado también seguridad y madurez. Ese episodio donde casi muero, volver a la vida y afrontar todo esto, prepararme y entrenar, me da ese valor.

Tu historia de vida es, pienso, un ejemplo para muchas personas ante otro tipo de cornadas que la vida nos presenta…

Claro, yo siempre he dicho que en la vida todo se torea, incluso esta entrevista y lo que estamos hablando también es una faena que implica ir hilvanando las palabras. Hasta escribir un texto tiene que ser con arte, con temple, bien estructurado y así las faenas de los toros. La tauromaquia para mí ha sido una escuela de la vida, porque te enseña a lidiar hasta con las personas, te enseña muchas cosas, es muy enriquecedora.

La vida es en sí una faena, ¿no?

Así es, y hay que cortar las orejas siempre.

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