Fotos: Archivo

Morelia, Michoacán

El Obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio, se confiesa: reconoce que no dimensionó el alcance del reclamo que hizo al presidente Andrés Manuel López Obrador, el pasado 2 de julio, cuando, desde el púlpito, le recriminó festejar los cinco años del triunfo que lo llevó al poder en 2018, en vez de declarar duelo nacional por las 160 mil muertes adjudicadas a la violencia del crimen organizado.

Pero dice que no se arrepiente y que seguirá denunciando la violencia, la injusticia y las mentiras, y de paso lanzó un reto: que, si él o sus sacerdotes tienen acuerdos con criminales, se proceda con investigaciones penales.

“Sigo firme en esas palabras, las he repetido y las volveré a repetir, que hubiese sido mejor un día de duelo nacional ante tantas víctimas (…) y pedir perdón a los familiares de las víctimas por no haber encontrado la mejor estrategia para contener el crimen”, sostiene el jerarca religioso, en entrevista con Primera Plana MX.

¿Cómo le ha ido después de lamentar que el presidente haya celebrado y no declarado luto nacional en su festejo?

Bien, gracias a Dios. Y de hecho eso fue, un lamento, no tanto pedirle al presidente un día de luto, sino un lamento. ¿Por qué en lugar de una celebración festiva, no un día de luto, de duelo en nuestro país?, porque a cinco años de haber iniciado él su servicio como presidente y habiendo escuchado lo que prometió, de que no iba a ser lo mismo, que sería diferente, menos corrupción y violencia, y viendo las cifras de mi Diócesis y del país, habiendo casi 160 mil víctimas en cinco años, personas sacrificadas por el crimen, sin contar los desaparecidos no encontrados, ante tanto dolor que existe, ¿por qué no haber hecho esto?

Hubo comentarios del señor presidente y del señor gobernador, pero lo dicho, dicho está, pero mi intención es mover conciencias para ver también como sociedad qué podemos hacer para contrarrestar la violencia que hace sufrir y sangra en nuestro país, y en eso estamos.

¿Cómo se dio el acercamiento con el gobernador?

El señor gobernador, el martes (siguiente), a través de un sacerdote que trabaja en Apatzingán, pidió hablar conmigo, lo cual me dio gusto, porque sé que lo que dijo quizá lo dijo en un momento donde no estaba del todo concentrado; dijo que, si un servidor quería dedicarse a la política, mejor dejara la sotana. Y es que lo que dije no se trata de política partidista, sino de solidarizarnos con el dolor de las personas.

La misión del sacerdote no es solo estar incensando el altar y dando culto al Dios de la gloria; sí, es una misión del sacerdote invitar a la población a alabar a Dios, pero también como sacerdotes somos profetas del señor, y anunciar que Dios camina con nosotros, pero su misión del sacerdote también es denunciar, denunciar la mentira, denunciar la injusticia, y por ser profeta, por serle fiel al Señor, es que estoy viviendo ahora esta situación, por eso me dio mucho gusto el detalle del señor gobernador, de buscarme y de platicar.

A mí no me afectó, pero sí lo que él dijo afecta a mis sacerdotes, porque dijo que había sacerdotes voceros del crimen, y yo le dije “señor gobernador, si yo o mis sacerdotes estamos haciendo esto que usted dijo, adelante, inicie la investigación”. Yo quiero ser transparente desde mi presbiterio, y por eso le dije, “vamos, adelante”. Pero todo está bien, dialogamos y le dije que las instituciones, como es la Iglesia, estamos a favor de la paz y no para contrarrestar los esfuerzos que la autoridad pueda hacer. Estamos para sumar.

¿Considera que esta reunión sirvió para serenar los ánimos?

Yo creo que sirvió mucho, a él para entender muchas cosas y a mí también para clarificar. Yo he tenido los ánimos serenos, porque sabemos que lo que estamos haciendo es parte de nuestra misión y ver que los sacerdotes debemos seguir predicando el evangelio y denunciando la injusticia. Por eso creo que sí sirvió mucho para eso y para mostrar nuestra apertura en favor de la paz, porque la autoridad por sí sola no podría generar la paz; es necesario que toda la sociedad nos involucremos y que, de ninguna manera, nadie contribuyamos para que el crimen organizado siga creciendo como ha venido creciendo.

Quedamos en eso, abiertos al diálogo. Me dijo que cada 15 días iba a ir a Apatzingán, le dije “cuando guste, aquí estamos para servir y para alentar los esfuerzos que se hacen y ver, como Diócesis, qué podemos hacer desde la Pastoral”.

¿Dimensionó el alcance que iban a tener las palabras que dijo en su homilía?

La verdad no dimensioné el alcance que iba a tener, y yo agradezco a Dios el alcance que tuvo, porque, si tocó corazones a quienes estuvieron a favor de lo que dije y a quienes estuvieron en contra, nos va a ayudar a todos. Lo dije por ver mi Diócesis ensangrentada y para fijar la atención sobre la paz que está faltando, pero también para generar más sensibilidad con las familias que están sufriendo (…) Lo que ha sucedido es como si yo tengo un cuerpo velando en mi casa y, enfrente o al lado, hacen una fiesta con baile, con vino, con música, ¿cómo se sentirán las familias de las víctimas ante esta celebración festiva, y cuando ven que ha faltado lo que el presidente dijo, que las cosas no serían igual? Y sí, no ha sido igual, porque han aumentado (las muertes); la violencia está peor que hace cinco años.  

Cuando vio las reacciones del presidente, del gobernador, ¿no pensó en retractarse o en el arrepentimiento?

No, para nada, sigo firme en esas palabras, las he repetido y las volveré a repetir, que hubiese sido mejor un día de duelo nacional ante tantas víctimas (…) y pedir perdón a los familiares de las víctimas por no haber encontrado la mejor estrategia para contener el crimen y la muerte de seres queridos, ¿esto cuánto bien hubiese hecho? Se supone que el triunfo que un candidato alcanza es para servir a un pueblo, no para buscar la vanagloria del triunfo. Se ha servido, sí, sin lugar a dudas, con los programas de Bienestar, eso ha servido, pero ha faltado encontrar estrategias que ayuden (…) porque el crimen va cobrando cada vez más territorio, más fuerza. Mi intención es esa y ha sido esa, la de contribuir a favor de la paz.

Cortesía: Línea Directa

Si tuviese la oportunidad de estrechar también la mano del presidente, ¿qué le diría?

El presidente a mí no me ha hecho ningún daño, pero sí a mi país. Yo le diría “señor presidente, urge buscar otras estrategias, no tengamos miedo”, una estrategia que sume a los intelectuales, a los empresarios, las personas del campo, las familias, de todos. Le diría “señor presidente, involúcrenos a todos, únanos, pero a favor de la paz, una paz que se finque desde la justicia y desde la reconstrucción del Estado de Derecho.


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