Morelia, Michoacán
Ser artista y compartir la creación propia con el mundo, es el sueño y el objetivo de muchos; sin embargo, no sólo de arte viven las personas: los creadores también deben solventar gastos personales, de operación y de su preparación.
Y en un momento donde la tendencia de los gobiernos es la reducción de los recursos destinados al arte y la cultura, y donde muchas familias no pueden permitirse pagar por acceder a estos, ser artista y esperar vivir de este trabajo es un reto mayúsculo, que, no obstante, muchos intentan concretar día a día.
“Tenemos claro que el acceso al arte y la cultura es un derecho humano, como también es un derecho humano que el artista obtenga de su trabajo los recursos para vivir, por eso debemos encontrar la manera de equilibrar ambas circunstancias”, expresó la directora del Foro Titirelia y fundadora del Festival Internacional de Títeres de Morelia, Andrea Finck.

Refirió que 10 años atrás los gobiernos, en sus distintos niveles, destinaban mayores sumas de presupuesto, respecto de la actualidad, para hacer contrataciones de artistas, con lo que llevaron su labor, sin costo para el público, a escuelas, plazas, centros comunitarios y teatros, además de incentivar la dependencia de los creadores de estos apoyos.
Ahora, es menor el dinero que se eroga en estos rubros, lo que orilla a los artistas a buscar medios alternos para generar ingresos, entre los que destaca el emprendimiento, a través de la puesta en marcha de foros y empresas culturales.
La disminución del recurso público no sólo ocasionó un cambio en el comportamiento de los artistas, sino también llevó a la necesidad de reeducar y formar a los públicos, en torno del acceso al pago para la cultura y el arte.

“La gente paga por los servicios que obtiene. Si necesita un taxi, paga. Si va a un concierto de una banda, paga. Entonces, si va a una función de títeres, también paga, y, a veces, mucho menos de lo que paga por otros servicios”, expuso.
Acotó que este proceso no implica una privatización del arte y la cultura o que los individuos de escasos recursos económicos queden excluidos del ejercicio del derecho humano a acceder a ellos, sino que las opciones, tanto para los creadores e intérpretes como para las audiencias, se diversifican.
“Hay de todo, desde espectáculos gratuitos en espacios públicos, hasta conciertos y puestas en escena con costo, y si tienes la posibilidad de pagar por el arte y la cultura, apoyas el trabajo de muchas personas que tienen gastos qué hacer, necesitan solventar costos de operación y han pasado por largos períodos de formación, para que sigan haciéndolo”, detalló.

En Michoacán son menos de 5 los titiriteros en operaciones, aunque también se tienen artistas multidisciplinarios que incursionan en esta área.
Y, a diferencia del teatro de títeres escolar, el teatro de títeres profesional alcanza una sofisticación y variedad significativas, que permite que haya obras para niños, pero también para jóvenes y adultos, con distintos temas y tratamientos.
“El reto no es interesar a los niños en los títeres, quizá sí sea más complicado llamar a los adolescentes, pero el reto es más sacar a los papás de los celulares y que lleven a sus chamacos a una función de títeres, con costo o gratuita, que permitan que sus hijos conozcan otras formas de expresión y las disfruten”, refirió.
Porque es complicado ser artista y no morir en el intento de solventar el costo de la vida con este trabajo. Pero desde las butacas, desde los asientos, el aplauso y la asistencia del público que paga una cuota o aprovecha una inversión gubernamental demuestra que vale la pena seguir en esa ruta.
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