Cultura Empresarial

Los avances para la construcción de una sociedad más igualitaria, para asumir una agenda de igualdad de género, ha sido desde mi punto de vista en tres vertientes, 1) En la sensibilización de la población, 2) En los gobiernos, y 3) En las empresas, pero con mayor lentitud y mucha mayor resistencia en éste último ámbito.

Dentro de las empresas mexicanas, según IMCO (Instituto Mexicano para la Competitividad) la proporción de mujeres disminuye a medida que aumenta la jerarquía de los puestos de trabajo, aunque cada vez hay más organizaciones que implementan políticas para la igualdad de género en sus centros de trabajo, aún persisten una baja representación de mujeres en puestos de dirección, las mujeres no ocupamos ni el 10% de los puestos directivos a pesar de tener, en promedio, mayor nivel educativo que los hombres. Y qué decir de puestos estratégicos en grupos gremiales de Cámaras Empresariales a nivel nacional que es casi imposible para las mujeres liderar una Cámara Nacional u obtener las carteras que toman decisiones trascendentales para sus sectores.

El sector empresarial, es un agente económico fundamental para generar, producir y retener el talento femenino en el mercado laboral, así como para garantizar la autonomía económica y financiera de las mujeres, sin embargo, las mujeres sufrimos violencia económica y la violencia comienza a partir de la desigualdad en la distribución de los recursos, así como manifestaciones de violencia laboral como el acoso y el hostigamiento dentro de las empresas, que impiden el desarrollo económico, profesional y social en plenitud de nuestros derechos. Así mismo las mujeres que deciden ser emprendedoras y empresarias, también sufren discriminación en cuanto al acceso a un financiamiento adecuado para sus emprendimientos y negocios.

Ante estos desafíos, las mujeres empresarias deben de alzar la voz y coadyuvar en trabajar a favor del diseño de políticas públicas y empresariales que cristalicen propuestas concretas para avanzar hacia la igualdad, trabajando de manera colaborativa, multisectorial y transversal, cuando se elimina la discriminación por género, se mejoran la productividad, el bienestar y el compromiso dentro de las empresas.

Trabajar en la permanencia de las mujeres en la economía, no es únicamente una cuestión de justicia social, sino también de que, si se pone en marcha las condiciones y el aprovechamiento del potencial económico de las mujeres, tendríamos una economía más sostenible, empresas con mayores retornos económicos y sociedades más justas, igualitarias y prósperas.

La autora es especialista en Género, Violencia y Políticas Públicas, además de directora de Igualdad de Género en Amexme Morelia

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