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Entre los alumnos de la preparatoria número 2, corre la versión de que el ataque a balazos cometido contra cuatro de sus maestros cuando se encontraban en un café de la plaza U, el pasado 1º de abril, podría estar relacionado con la venta de drogas al menudeo en escuelas del nivel medio superior. Y no es descabellada su teoría.
Testimonios de estudiantes refieren que docentes de la preparatoria “Pascual Ortiz Rubio” habían recibido reportes de que el plantel estaba siendo vulnerado por narcomenudistas que buscan abrir mercado entre su población estudiantil, y quienes ven como obstáculo a maestros que, preocupados por la situación, han explorado, junto con altos mandos de la casa de estudios, alternativas para poner un alto a la peligrosa amenaza.
En el ataque del sábado 1º de abril, un grupo de docentes de esa preparatoria se encontraban reunidos fuera de su horario laboral en un café de la plaza U, cuando de pronto un sujeto que vestía sudadera deportiva se les acercó, sacó una pistola y comenzó a dispararles. Las balas causaron lesiones a cuatro profesores y a una persona más, mayor de edad.
El único pistolero logró escapar, a pesar de tratarse de una zona altamente transitada y concurrida. La plaza se ubica sobre la avenida Universidad, atrás de Ciudad Universitaria. Es un área plagada de negocios y de cámaras. A unos pasos también se encuentra la sede del Sindicato de Profesores de la Universidad Michoacana, el SPUM.
Ante la naturaleza del atentado, consumado al estilo del crimen organizado, al lugar arribaron elementos del Ejército y de la Guardia Nacional, pero solamente para resguardar el perímetro. Del agresor nada se sabe a la fecha, excepto por un video que captó el momento en que ejecuta la agresión y cuyas imágenes fueron filtradas a los medios de comunicación y redes sociales.
A esos hechos sobrevino un reforzamiento en la seguridad interna de la preparatoria 2. Ningún alumno podía ingresar sin previa revisión de mochilas para detectar drogas o cualquier objeto que pudiera comprometer la integridad física de la población académica y la tranquilidad en el interior del plantel. La medida sólo duró unos días.
Unas semanas después del ataque en plaza U, la rectora Yarabí Ávila anunció la instalación de cámaras de videovigilancia en las escuelas preparatorias para inhibir la venta de drogas, al considerar que “los estudiantes de nivel media superior son los más vulnerables a esta circunstancia”.
La estrategia, en la cual también se valora el uso de binomios caninos especializados en el olfateo de narcóticos, irá empalmada a una campaña de concientización sobre el grave daño que provoca el uso de drogas, un problema de salud pública que sigue escalando a una velocidad acelerada y que tiene convertido a México, ya no solo en un país de cultivo o producción, sino también de consumo.
Casi mes y medio después del atentado contra docentes de la UMSNH, la fiscalía estatal no ha dado a conocer públicamente los avances en la investigación y tampoco ha confirmado como posible hipótesis la versión que circula entre el alumnado. Claro, no está obligada a hacerlo. El debido proceso transita por el sigilo de la indagatoria.
Pero, de ser acertada la teoría y de establecerse el narcomenudeo como causa oficial del delito, estaremos hablando del primer ajuste de cuentas en la Casa de Hidalgo, derivado de la disputa de bandas por el mercado de drogas. El primero públicamente reconocido, al menos.
Cintillo
Hablando de desafíos de alto calibre, otro de los retos para la rectora Yarabí Ávila será erradicar de raíz el monopolio que históricamente ha existido en el suministro de alimentos en las Casas del Estudiante. Pero esa, diría mamá Goya, es otra historia.