Fotos de autor Morelia, Michoacán
Un joven violinista atrapó los reflectores el pasado sábado en los portales de la calle Allende, no lejos de la Privada de San Agustín y de la Plaza de Armas. Nunca ha estudiado música, pero toca como los ángeles.
Con los micrófonos de Primera Plana mx en mano nos acercamos a Rigoberto Ramos en uno de sus recesos pensando que se trataba de uno de esos artistas bohemios que frecuentan la ciudad por estas fechas. Pero, nos equivocamos, se trata de un talento michoacano.
“Soy de Coalcomán que es un municipio y pueblo que está pegado al mar y queda como a siete horas de Morelia. Ando por aquí, porque estoy estudiando el octavo semestre de la carrera de Ingeniería Civil en la UMSNH. Y sí, me encanta la música, aunque no vivo de ella, más bien es un hobby y una vía para completar mi mesada”.
Rigoberto proviene de una familia de músicos donde sus papás, tíos y primos tocan el arpa, la guitarra y los violines. Allí nació su inspiración y, luego de algunos tropiezos, descubrió su talento. Cuando vio como ellos trabajaban se dijo: “Me gusta y quiero aprender”.
No ha estudiado formalmente música en una escuela, pero sí ha tenido mucho apoyo de sus parientes cercanos, amigos y varios maestros. No conoce mucho de orquestas, sinfonías y autores, aunque tiene una gran intuición y buen gusto a la hora de escoger su repertorio. Ama a los clásicos y, curiosamente, también a Juan Gabriel y la música versátil.
Junto a su trabajo como solista toca también en su pueblo en grupos de música planeca o de arpa grande, una expresión de la cultura de Tierra Caliente que se combina con las danzas y la poesía campirana.
En Morelia las personas no tienen la costumbre de detenerse para disfrutar de la música de un intérprete de la calle como sucede en León y Guadalajara. ¿No te molesta?
Entiendo que las personas se están trasladando a sus lugares de destino y no tienen el tiempo necesario para quedarse paradas contemplando al músico. No me molesta. De todas formas, percibo que a las gentes les gusta mi música… por las miradas… por las moneditas que me lanzan… por los saludos.
¿No piensas encauzar tu talento en una escuela de música?
Sí, me gustaría una vez terminada la ingeniería poder estudiar en algún centro de formación para adquirir la técnica profesional que necesito.
¿Y Morelia?
Muy bella, agradable… creo que me quedo por aquí (RIE).