Historias del Tercer Mundo

Es impresionante el nivel de hipocresía, de cinismo y de plena burla que ha adoptado el discurso oficial y un claro ejemplo de ello fue la respuesta a la muerte de 39 extranjeros en un centro de detención en Ciudad Juárez, donde además hubo al menos 29 heridos, según la cifra oficial, porque nadie les abrió la puerta durante un incendio.
El discurso del presidente de México pasó de la revictimización a la negación, a la búsqueda de culpables ajenos, para finalmente acabar reconociendo que ha sido uno de los momentos más difíciles de su gobierno y afirmando que “se le partió el alma”, pero días después de la tragedia.
Primero intentó culpar a las víctimas, diciendo que ellos se habían quemado solos y cuando se filtró un video en donde se observa que los guardias de seguridad pasaron por enfrente de las rejas sin abrirlas, tildó entonces a la prensa de amarillista. Más tarde, quiso hacer responsable a la empresa de seguridad que el mismo gobierno subcontrató.
Aun con ese video público, a las funcionarias encargadas de la seguridad federal se les ocurrió pedir una orden de aprehensión contra uno de los migrantes que se estaba quemando vivo tras las rejas, porque dañó una de las cámaras de seguridad.
A más de cuatro años de contradicciones, de sinsentidos, de odio desmedido y de desprecio hacia la vida de los seres humanos; luego de haberse negado a atender a los familiares de desaparecidos, después de haber admitido que los pobres son para él un activo electoral -lo que hace pensar que el fin de su gobienro no será de ningún modo erradicar la pobreza-, luego de que periodistas le pidieron ayuda personalmente al temer por su seguridad y después fueron asesinados; es difícil pensar que Andrés Manuel López Obrador tenga sentimientos, o lo que los cristianos llaman alma y que recién ahora se le esté rompiendo, y no con los más de 300 mil muertos por su fallida política de salud durante la pandemia, los 100 mil desaparecidos o lo más de 130 mil homicidios.
Lo único que pareciera mover el “corazón” de López Obrador y sus copias baratas son las elecciones y la posibilidad de ganar o perder votos. Por eso recién ahora, que descubre que a la gente sí le dolieron las muertes, se dice compadecido; por eso el exabrupto cuando cientos de miles marcharon contra la reforma electoral.
No nos quedemos en lo que acaba de suceder, pues sus bots ya andan pregonando que fue un accidente que no se pudo prever y vayamos más allá, a la política migratoria del gobierno de la flamante “Cuarta Transformación”. Ésta nunca ha sido apegada a los derechos humanos y no es la primera vez que mueren centroamericanos en circunstancias irregulares.

La política migratoria del gobierno de AMLO se contradice a sí misma, pues el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 establece: “A los extranjeros que llegan a nuestro territorio brindaremos respeto a sus derechos, hospitalidad y la posibilidad de que construyan aquí una nueva vida”. Entonces, ¿iban a construir una nueva vida tras las rejas?
La triste justificación de las autoridades migratorias fue que vecinos de la zona se habían quejado de “migrantes violentos” y que, aunque no tenían certeza de que fueran los mismos, finalmente, pues eran centroamericanos, y por eso los encerraron.

Aunque se supone que se trata de un plan de acción, el PND (como AMLO), tiende a hablar más en pasado para criticar al “régimen neoliberal”, y sobre éste refiere: “las autoridades migratorias mexicanas sometían a toda suerte de atropellos a los migrantes extranjeros en el territorio nacional”. Menos mal, ellos son diferentes.
Entre otras mentiras, también dice que México retomaría su “tradición hospitalaria”, que garantizaría la seguridad de los extranjeros que estuvieran de paso por el país y que respetaría sus derechos humanos.

El gobierno humanista:
Nadie parece recordar ya que la primer tarea que se le asignó a la Guardia Nacional fue hacerle de patrulla fronteriza a Estados Unidos, tras el amago de Donald Trump de establecer aranceles al acero. En ese momento, ni López Obrador ni su secuaz Marcelo Ebrard hablaron a Trump de los “países hermanos de Centroamérica”, sólo enviaron soldados armados a someter a famlias desarmadas, con niños.

En diciembre de 2021, volcó en Chiapas un tráiler que transportaba 150 migrantes centroamericanos en su mayoría de Guatemala. Murieron 50 y 70 salieron heridos.
En marzo de ese mismo año, la salvadoreña Victoria Salazar fue asesinada por policías municipales durante su detención en Tulum. La asfixiaron poniendo su peso encima de ella, que estaba sometida en el suelo.

Estos son solo un par de ejemplos, sin contar con la xenofobia que enfrentan, los embates del crimen organizado, las irregularidades para otorgarles permisos de residencia o empleo y las detenciones arbitrarias en espacios que no cuentan con las condiciones básicas para vivir con dignidad.
Esta no es una realidad ajena a la entidad, pues Morelia se ha convertido en ciudad de paso para haitianos. Hay dos albergues, pero ninguno es proporcionado por el gobierno estatal ni municipal y se han reportado agresiones de parte de morelianos, quienes les arrojan piedras.
Los tres niveles de gobierno, por cierto, no son insensibles únicamente a la vida y seguridad de los centroamericanos, pues tampoco han demostrado mucha sensibilidad ante los propios morelianos y para muestra basta un ejemplo cercano: después de que en un ataque armado, a todas luces terrorista, en una plaza comercial, cinco profesores universitarios resultaron heridos, ni una sola autoridad se ha pronunciado, pero no han faltado las fotos en redes sociales donde se les ve desayunando y paseando por la ciudad.
La autora es doctorante en Desarrollo Regional, maestra en Políticas Públicas
y licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UMSNH.
Ha publicado cuento y poesía y se ha desempeñado como periodista y editora.
Discover more from Primera Plana MX
Subscribe to get the latest posts sent to your email.