Alfredo Soria/ACG Morelia, Michoacán
La K´uínchekua 2023, la Fiesta de Michoacán, arrancó anoche en las Yácatas con una función especial para los pobladores de Tzintzuntzan y la prensa del estado y desde el comienzo demostró que se trata de un espectáculo grande, de esos que pueden disfrutarse solo en contadas ocasiones.
En el escenario se impusieron el talento y la audacia de los bailarines, la música y los cantos ancestrales de una cultura que se niega a morir y el colorismos espléndido de una indumentaria regional que le regaló luces a la noche.
La representación comenzó con un video sobre el nacimiento del estado de Michoacán y el desarrollo del pueblo purépecha que, a mi juicio, resultó largo y reiterativo.
Sin embargo, a partir de ahí se inició un inaudito desfile de músicos y danzantes que no dio respiro a lo largo de unas tres horas.
Todo comenzó a calentarse con el juego de pelota durante el cual los concursantes movieron sin cesar una esfera en llamas para, luego, cederle su lugar a la región lacustre con el torito de carnaval de la comunidad de Jarácuaro en el que baila Ana Paula, una mujer de 103 años.
Imperdible resultó, igualmente, la danza del Pescado, milagro de hombres en faena, barcazas, redes y agua de lago que recrea coreografías novedosas y muy sugerentes.
De la Tierra Caliente Huetamo llegó, a continuación, el talento de Serafín Ibarra y Los Carácuaros, acompañados por un enjambre de bailadores de la región, quienes le sacaron chispas al enorme escenario levantado en el sitio arqueológico.
Entonces, la noche se llenó de sones abajeños y de movimientos rítmicos y fogosos seguidos por muchos de los asistentes en las gradas.
En ese momento, cuando todos pedíamos un descanso, se aparecieron las Panaderas de Tarecuato con sus pasitos cadenciosos y meloso, ejecutados por mujeres señoriales que preparaban un casamiento.
Ya todos teníamos hambre como manda la noche, por ello, elevamos los brazos a la caza de los ricos panes que lanzaron a la grada las danzantes.
De la zona de la Sierra cubrió su turno, más adelante, la Orquesta Antigua de Quinceo, muy apegada a la tradición, con su enorme contrabajo, las cuerdas y los metales. Fue un descanso lleno de singulares melodías que nos alegraron el espíritu.
Por supuesto, lo mejor estaba aún por llegar según la estrategia de Andrés Campos, el director artístico.
La escena fue tomada dos veces por la famosa danza de los Kúrpites, proveniente de San Juan Nuevo y Angahuan, ya con un prestigio que rebasa nuestras fronteras por sus trajes majestuosos y ritos que se enlazan con nuestras costumbres originarias.
Más tarde, llegó un momento que todos esperábamos: el Conjunto de Arpa Grande Los Marinos, con bailarines muy jóvenes y modernos que danzaron al lado de un hermoso caballo que regaló destrezas y sorpresas a todos.
La danza de los Moros de Zacán, con un movimiento de pies casi nunca visto, y la Banda Juvenil de Tiríndaro nos acercaron al fin, aunque, antes, y cuando comenzaba un show de drones, las pirekuas, interpretadas por numerosos cantautores purépechas, conquistaron a todos, acompañadas por la Orquesta de Tzintzuni.
Fue, sin dudas, uno de los mejores momentos de la noche y el público agradeció con una gran ovación.
El final, de lujo: De la región Lerma-Chapala llegaron Los Tlahualiles de Sahuayo, con sus descomunales penachos y los toritos de petate gigantescos de la comunidad de Tarímbaro, los cuales, en esta oportunidad, no brillaron demasiado por la impericia de los cargadores.
Para el adiós se reunieron en el escenario unos 400 artistas llenos de gozos y sonrisas provenientes de 27 grupos musicales y danzarios. ¡Casi nada!
En todo el concierto no hubo un solo “bache”, todo fluyó de maravilla, y los grupos respetaron los tiempos. Muy bueno, porque, de lo contrario, la presentación pudiera haber durado hasta 6 horas.
Había frío y las gradas de tablones de madera no eran muy cómodas que digamos, sin embargo, valió mucho la pena ir a la conquista del alma de México.
Hoy, 17 de marzo, será la inauguración oficial de un evento que estará en cartelera hasta el próximo domingo.