Agente Romero: una mujer en la guerra vs el secuestro

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Morelia, Michoacán

Como madre se ha perdido de momentos que ya no podrá recuperar con sus hijos, pero el sacrificio ha valido la pena: varias víctimas de secuestro le deben a esta mujer y a todo un equipo de agentes investigadores, regresar a casa con vida.

“Este trabajo no espera; la vida de una persona está en riesgo”, explica la agente Romero, al exponer en entrevista con Primera Plana MX su historia de vida, su pasión y vocación como elemento de la Unidad Antisecuestros de la Fiscalía de Michoacán, donde lleva nueve años estando en la primera línea de batalla en la guerra contra las bandas de secuestradores.

– Uno pensaría que estas áreas, por el peligro que conllevan, eran exclusivas de los hombres ¿Qué la motivó a ser una agente antisecuestros?

No, no son exclusivas de los hombres. Si bien ellos tienen más fuerza física, siempre hace falta el toque femenino, la sensibilización, más en un área delicada como ésta. Yo soy asesora de crisis y negociación. Es un trabajo que me permite ayudar a la ciudadanía ante este flagelo tan fuerte.

– Seguramente en estos nueve años le ha tocado participar en varios rescates.

Desde nuestro titular, y todos los jefes de grupo, son gente preparada en diferentes ámbitos. Hemos bajado el índice de secuestro significativamente y eso es lo más importante. Desgraciadamente no todas las víctimas han regresado sanas y salvas, como es nuestro deseo, pero tratamos de hacer todo lo posible porque eso suceda.

– Relátenos algún caso que a usted la haya marcado.

Ha habido infinidad de casos. Me viene a la mente el de un padre de familia, que al momento en que se lo llevan empieza la negociación; (los captores) pedían una cifra muy alta, que la familia no tenía. Negociamos y, cuando se pacta el pago, se rompe la comunicación. Los secuestradores ya no nos llaman, pasan siete días, creíamos que a la víctima ya le habían hecho un daño. Gracias a Dios no fue así, la víctima regresó sana y salva, pudo salir adelante y estar con su familia. Son de los casos que nos marcan y nos motivan a seguir echándole ganas.

Hubo otro caso más reciente, donde desgraciadamente no tuvo el final que esperábamos. De hecho, todavía estamos buscando a dos de los presuntos responsables; hay ficha de búsqueda de ellos por parte de Fiscalía porque secuestraron a una menor de 14 años en Apatzingán. Ya logramos la detención de uno de los participantes, pero desgraciadamente no se pudo recuperar con vida a la víctima.

– ¿Qué papel es el que le toca a usted desempeñar durante un caso de secuestro?

Mi papel principal es el de asesora en negociación y manejo de crisis, es decir, apoyo a las familias para que sepan qué decir y qué no decir. Cuando se realiza un pago, asesoramos para que se reduzca la cantidad que están exigiendo, que sea una cantidad que la familia pueda cubrir y que se libere a la víctima sana y salva. También trabajo en el control de la crisis de la familia, porque el secuestro no solo afecta a la víctima, sino a todo su entorno. También participo en operativos y en la cumplimentación de órdenes de aprehensión.

– ¿Ha sentido con frecuencia en riesgo su vida?

Sí, he tenido la situación de estar en algunos enfrentamientos. Gracias a Dios no he salido lesionada, aunque sí me ha tocado ver caer a algunos de mis compañeros. Eso es complicado, es difícil, por eso nos estamos preparando siempre, tenemos cursos y nos gusta lo que hacemos. No cualquiera pone en riesgo su vida por una persona que no conoce.

– ¿Qué preparación tiene usted?

Cuando entré a la Procuraduría, en 2008, únicamente contaba con la carrera técnica en Informática, pero a partir de ahí tomé diferentes cursos y ya concluí mi licenciatura en Derecho, además de la carrera como Policía Investigador. Acabo de tomar un curso sobre negociación con la Policía Francesa y otro de delitos cibernéticos con la Policía de Colombia y otros que nos han impartido en el FBI.

– Usted también es madre. Debe ser difícil salir todos los días a trabajar, sabiendo que hay quienes la esperan en casa.

Gracias a Dios, todavía mis padres viven y me han apoyado muchísimo. Prácticamente mi madre es quien ha educado a mis hijos, porque yo estoy siempre fuera. Es difícil, porque es muy dado a que nos digan: “no estuviste conmigo”, “te perdiste la junta de la escuela”, “no estuviste en la graduación”, “no llegaste a mi cumpleaños”, pero el trabajo no nos permite estar ahí. Este trabajo no espera; la vida de una persona está en riesgo.

– Veo que porta su arma de cargo, ¿cómo aprendió a disparar?

Cuando ingresé a la Policía Ministerial, nos dieron un curso sobre manejo de armas y después he tenido más capacitaciones para tener un buen tiro. Tenemos que estar cada día mejor preparados, porque a nosotros la ley sí nos restringe ciertos calibres y modelos de armas; los grupos delincuenciales no, ellos pueden hacer lo que quieran y como quieran con las armas. No hay quién los limite y, a veces, nuestra capacidad de armamento es menor.

¿Qué mensaje les da a las mujeres, en un momento donde los feminicidios siguen pegando bastante y en que las veremos alzando la voz este 8M?

Que no se dejen, que no se dejen de nadie que las quiera violentar; que no se dejen cuando les digan que no sirven o que no pueden. Que si tienen ganas de ser policías, astronautas, licenciadas, equis profesión, mecánico, electricista, que lo hagan. La mujer puede ser lo que quiera. La mujer puede decidir ser madre o no serlo. Si una autoridad no le hace caso, la mujer puede gritar, puede hacerse escuchar. Yo estoy de acuerdo en esas marchas para que la mujer grite, que se escuche su voz pacíficamente. A mi hija, sobrinas y conocidas les digo “no vayas a golpear, no vayas a agredir porque la violencia genera más violencia”, pero sí que se hagan escuchar. Las mujeres no tenemos límites, porque nos han hecho creer que los tenemos y no es así, hay que quitarnos esa idea. Y cuando haces lo que amas, no es trabajo, y yo hoy hago algo que amo.

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