Contrapunto

La alianza PRI-PAN-PRD está conformada por la unión de partidos que se presentaron durante décadas como proyectos antagónicos e irreconciliables. Lo más irónico es que a pesar de sus supuestas diferencias, tuvieron en común que bajo su manto proliferó el enriquecimiento de unos pocos y el empobrecimiento de la mayoría.
Estos partidos enfrentan el día de hoy el reto de recuperar a sus otrora simpatizantes; deben convencer a los que gobernaron por muchos años que ahora sí poseen un plan incluyente que distribuirá mejor la riqueza del país, pero, sobre todo, deben ser capaces de convencer a la mayoría de que sus malas prácticas son parte del pasado.
En virtud de lo anterior, la tarea para la alianza no solo parece muy difícil, sino que se presenta como prácticamente imposible para la siguiente elección presidencial, pues encierra un cuestionamiento digno de resaltar, ¿cómo puede convencer un pequeño grupo de privilegiados a los miles de pobres que viven en México de que lucharán por el bienestar de todos por encima de sus propias causas?
Es un hecho que los de clase poderosa pueden luchar convenientemente por sus intereses, pero, ¿pueden los que han vivido y ven el mundo desde el privilegio, representar a los que menos tienen de forma correcta, oportuna y decorosa?
¿Pueden y deben los pobres ser representantes de los intereses de los pobres? O seguiremos creyendo en la máxima de la política grecolatina que dicta que un pobre sólo es capaz de robar cuando llega al poder, pues su hambre e ignorancia lo condicionan. ¿No son las oligarquías las que más se han llevado de forma ilícita?
Hoy en México existe una clase media empobrecida que no es ignorante y mucho menos tonta, representada por ciudadanos que gracias a las diferentes fuentes de información que hoy consultan han generado un criterio que no lo dicta una sola fuerza ideológica o persona y que esperan atentos a las propuestas de país que ofrecen los diferentes frentes políticos.
Por lo tanto, ¿cómo esperan el PRI-PAN y PRD que cambie su situación si continúan haciendo lo mismo? No pueden sentarse y esperar que su imagen se modifique sin poseer a un gran líder que sea capaz de representar los intereses de las mayorías, pues han sido exhibidos como los representantes de las minorías privilegiadas.
Es evidente que la alianza espera estratégicamente los tiempos adecuados para hablar sobre sus verdaderos candidatos a la presidencia rumbo al 2024, pues la locomotora guinda está lista para aplastar con todos sus medios al que resulte elegido. Por su parte Morena busca fortalecer al partido como estructura, con la esperanza de que la división entre morenistas y obradoristas no sea motivo de autodestrucción.
El partido en el poder seguramente se impondrá en las próximas presidenciales, pero no lo hará sin sufrir por el fuego amigo, los daños colaterales y el enfrentamiento directo con su adversario. Así que nadie se sorprenda si la estrategia de la alianza hacia la siguiente elección se centra en retomar credibilidad, recuperar electores y hacer de pesadilla el mandato del próximo presidente guinda, pues su verdadera oportunidad de retomar el poder la tendrá hasta el 2030.
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