Ankara, Turquía
Un terremoto ha afectado en la noche del domingo a Turquía y Siria con una violencia apenas vista en el último siglo, lo que ha provocado una gran conmoción en varias naciones de la región.
El epicentro del sismo, que duró unos 30 segundos, fue la provincia de Kahramanmaras, unos 600 kilómetros al sureste de la capital turca.
Se produjo a una profundidad de siete kilómetros, y, según el Observatorio Kandilli de la Universidad del Bósforo (Estambul), fue de una magnitud 7,7, que ha sido elevada a 7,8 por el Servicio Geológico de Estados Unidos.
Tras el primer movimiento telúrico, se han producido más de 50 réplicas, y el Observatorio Kandilli advierte de que pueden prolongarse incluso durante un año.
El fenómeno ha reducido miles de edificios a escombros y causando más de 2 300 muertos y cerca de 11 mil heridos.

“No sabemos cuánto se elevará [el número de] vidas pérdidas”, ha reconocido el presidente, Recep Tayyip Erdogan, debido a que todavía queda un gran número de personas entre los escombros de los miles de edificios que se han venido abajo y a las violentas réplicas y nuevos temblores que se están produciendo.
En Siria, un país castigado por más de 11 años de guerra civil, el número de víctimas mortales superan los 550 y hay un millar de heridos.
Se trata del mayor terremoto registrado en los dos países como mínimo en casi tres décadas, según sus respectivos observatorios sismológicos, y se ha sentido con fuerza en 14 países, entre los que se encuentran Líbano, Israel, Chipre y Jordania.

Ankara ha emitido una petición de ayuda internacional y varios gobiernos han respondido ya: el presidente de EE UU, Joe Biden, ha puesto a disposición de Turquía la ayuda de la agencia USAID y el vecino Azerbaiyán ya ha enviado a 370 efectivos de protección civil. La Unión Europea también se ha comprometido a prestar asistencia.