Contrapunto
De acuerdo con cifras del CONEVAL, el 24% de la población de México experimenta el privilegio de vivir sin pobreza y en condiciones no vulnerables. Este sector acumula más del 60% de la riqueza producida y por lo tanto el resto del país se queda con el 40%.
Esto significa que el 75% de los mexicanos viven en condiciones de pobreza, pobreza extrema, vulnerables por carencias sociales o vulnerables por ingresos; por lo que estas tres terceras partes de la población se quedan con la porción más pequeña del pastel llamado riqueza. Entonces ¿dónde está la clase media de nuestro país?
El común denominador mundial establece que la clase media se caracteriza por ganar más de $45,000.00 mensuales y tener acceso a todos los servicios sociales, así como poseer un ahorro que les permitiría vivir mínimo tres meses sin trabajar, por lo que es evidente que, en México, la mayoría de los que se consideran a sí mismos como parte de este estrato social no poseen las condiciones reales para pertenecer al mismo.
El sistema se encargó por años de alimentar al inconsciente colectivo con la idea de que muchos que por sus condiciones encajaban en el parámetro como pobres, en realidad pertenecían a la clase media y que, por lo tanto, eso los acercaba a solo un paso de la riqueza. Se vendió la idea de la “no pobreza” y el “aspiracionismo” de tal forma que hoy, a pesar de que la mayoría de la población del país no encaja o pertenece en realidad a este sector, no se asume a sí misma como pobre, sin embargo, sí se suma a la lucha contra la inequidad en aras de una mejor distribución de la riqueza.
Si bien es cierto, todavía hace algunos años los dueños del capital contaban con el poder para influir mediante persuasión o coacción a sus trabajadores y apoyar con los votos de estos a un partido político o candidato con el afán de conservar su dinámica de privilegios; también es cierto que hoy la clase patronal ha perdido este poder pues sus abusos han sido expuestos y las decisiones en las urnas son cada vez más reflejo del sentir del pueblo y no de los intereses de las minorías con poder. No perdamos de vista que la autopercepción de la población es la base fundamental para su toma de decisiones.
Y aunque parezca ridículo, los partidos hegemónicos de antaño que promovieron y validaron esta narrativa hoy son víctimas de la idiosincrasia que crearon, se olvidaron de la realidad que maquillaron y terminaron creyendo también ellos que los pobres en realidad son “clasemedieros”, dejaron de procurar al estrato que los mantuvo en el poder y como en todo proceso social, sólo era cuestión de tiempo para que alguien capitalizara esta situación.
El PRI y el PAN siguen sin entender que ellos alimentaron, engrandecieron y validaron la figura de AMLO y no es necesario ser un genio para con aritmética simple, comprender que los pobres son más en número y que no se sienten representados por aquellos que rodeados de lujos, siguen gritando y postulando que ellos son y representan el progreso.
Hoy la oposición se quedó sin causas, sin discursos y sin líderes carismáticos, sin embargo, no está todo perdido, los últimos barcos están por zarpar, Coahuila y el Estado de México pueden alcanzar el puerto del triunfo si logran manejar las mareas, sin embargo, esto solo puede suceder si y solo si, el PRI y el PAN están dispuestos a obtener una nueva voz, encontrar una nueva causa y representar los intereses de los que menos tienen. Si continúan con más de lo mismo, no conseguirán más que lo mismo; otro fracaso.