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Historias del Tercer Mundo

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En primer lugar, alguien tendría que decirle al engañabobos de Andrés Manuel (como le dicen sus fanáticos), que defender al Instituto Nacional Electoral (INE), no es defender a Lorenzo Córdova, que una institución no la hace una persona, como nos han venido vendiendo, por cierto, la Presidencia de la República.

Argumentar desde su púlpito mañanero que Lorezo Córdova es racista y por lo tanto los que defiendan al INE son racistas evidencia no solamente las carencias del sistema educativo en México y la necesidad de seguir enseñando lógica en la preparatoria, sino que el Presidente cree que está hablando con imbéciles.

De la destrucción del INE y de las instituciones electorales que está orquestando Morena mucho se ha dicho y se ha argumentado. Como por ejemplo, que gracias a este sistema es que Morena existe y pudo llegar al gobierno, entre otras cosas, pero me voy a detener únicamente en los puntos que más aplausos le han ganado al predicador de palacio, desde quienes no se han tomado la molesta de ir más allá de su discurso panfletario:

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1 Los que se oponen son fifís

En primer lugar, cualquier persona con sentido común que conozca lo que se está planteando estaría en contra, a menos que sea militante de Morena. La distinción arbitraria y falsa que hace el presidente entre personas “privilegiadas” y “pueblo” no existe en realidad, se trata de personas informadas contra las que no lo están.

Es decir, quienes se “informan” únicamente a través de la mañanera no tienen el panorama completo y se quedan únicamente con los dichos de un señor mitómano que muchas veces ya se ha contradecido. Quienes no siguen al influencer mayor, pero tampoco leen otras fuentes, tampoco saben de qué se trata la reforma.

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2 Los consejeros ganan mucho

Ese es el gancho, porque ante las injusticias laborales y la explotación que priva en nuestro país, no hay nada que enoje más a la gente que el saber que hay personas que ganan en un mes lo que ellos obtienen en un año. Por ello se alegran con esta reducción de salarios que, irónicamente, no los hará ganar más a ellos.

Rara vez se analiza que el argumento para fijar estos sueldos fue evitar que los funcionarios caigan en la tentación de corromperse, pero además deriva de que tienen cargos de altísimas responsabilidad, jornadas laborales sin horario fijo y largos períodos sin días de descanso, además de que para ocupar ese tipo de cargos -al menos en lo que respecta al INE-, se requieren años de preparación académica y profesional. Es decir, ellos invirtieron tiempo y dinero, durante años, para poder llegar ahí.

Aun así, incluso considerando que lo que se va a “ahorrar” bajándoles el sueldo no es una suma importante, suena razonable pensar en reducir este gasto y sobre todo el que se destina a los partidos políticos y que desperdician en toneladas de basura electoral o baratijas para los electores. Si sólo de esto se tratara la iniciativa, la reacción de rechazo no sería la que estamos viendo. El problema es todo lo demás que se plantea.

Antes de pasar al siguiente punto, cabría hacer esta acotación: para pensar en una reducción de recursos a los partidos políticos, valdría la pena revisar primero los porcentajes en que se distribuyen estas asignaciones, pues el partido en el poder recibe muchísimo más que los partidos “pequeños” o de nueva creación, de modo que reducir las prerrogativas en estos términos, sería igual a dejar sin posiblidades de vida a los nuevos partidos (como fue Morena hasta hace poco y como es ahora su amiguito el PES).

3 Fuera los pluris

Un clamor popular desde hace años ha exigido que se acaben los diputados plurinominales, porque “nadie votó por ellos”. Una vez más, estamos ante un punto de vista erróneo.

Los plurinominales, aunque es difícil de ver, están ahí precisamente por democracia, ya que ésta dicta que se vean representadas tanto las minorías como las mayorías.

¿Cómo es esto? Pues si en un distrito ganó un partido determinado, digamos, por 60 por ciento de los votos, habría que tomar en cuenta también esos otros 40 votos, pues representan a personas reales que se identificaron con otra de las propuestas. De esta manera, tanto el que “ganó” la elección, como los partidos que en total recibieron más votos, obtienen la curul.

Por otro lado, los diputados de representación proporcional garantizan que haya oposición en el Congreso, pues en México la gente vota como si se tratara de un partido de futbol, es decir, por el color de la playerita y ni por el individuo, de manera que siempre, el partido en el poder Ejecutivo es el que obtiene la mayoría de los espacios en el Legislativo. Si no hubiera pluris, las iniciativas del Ejecutivo, por más descabelladas que fueran, pasarían en automático, ante una arrasadora mayoría. ¿Y cuál democracia?

4 Que el pueblo elija a los consejeros ¿A qué le temen?

¿En serio queremos que el mismo “pueblo” que vota por los partidos políticos como si fueran equipos de futbol elija a los consejeros? Luego de que hemos visto lo costosas que son las elecciones, ¿queremos más elecciones?

Con esta propuesta están diciendo que vale más la campaña que hagan los consejeros y su simpatía hacia los electores que la preparación que tengan y además, quienes los van a proponer son los mismos partidos políticos, con el visto bueno del Presidente de la República ¿Cómo garantizar entonces la imparcialidad?

Actualmente un consejero electoral, para ser nombrado, debe pasar por toda una serie de filtros, como un examen de conocimientos, una entrevista en el Senado y la presentación de un ensayo, además de que se rastrea si en algún momento perteneció a algún instituto político y de ser así, queda descartado. Con la reforma de AMLO, todo esto acabaría y serían él, los diputados y el Poder Judicial quienes propondían a los conejeros que “el pueblo bueno” podría votar. Entonces, no sería realmente el pueblo el que elegiría.

5 Otras barbaridades

Podría escribirse una tesis refutando una por una las sandeces que propone el Ejecutivo en su reforma electoral, pero espero que hayan quedado más claros al menos los puntos más sonados. Está también la reducción de consejeros y de magistrados y pues aquí sólo hace falta aplicar una resta para saber que es más fácil coptar tres votos que cinco, pero eso ya será en otro momento.

La autora es doctorante en Desarrollo Regional, maestra en Políticas Públicas

y licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UMSNH.

Ha publicado cuento y poesía y se ha desempeñado como periodista.


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