Morelia, Michoacán

Conocida en México como cempasúchil, esta flor, perteneciente a la familia Asteraceae, se encuentra en estado silvestre en muchos estados del país y en sembradíos cultivados con perseverancia en los meses previos al Día de Muertos.

Pero, lo que no refiere la información, más o menos científica, es que esta flor a dado pie a una hermosa leyenda de amor que se remonta a los tiempos prehispánicos.

Yo la escuché, no hace mucho, durante una visita que realizamos un puñado de periodistas a un hermoso sembradío de flores de Tarímbaro, un municipio lleno de color y sabor tradicional.

La leyenda del cempasúchil cuenta que dos jóvenes aztecas de nombres Xóchitl y Huitzilin pasaban sus tardes entre juegos en los campos de su pueblo, al mismo tiempo que realizaban frecuentes escaladas al cerro para dar ofrendas a Tonatiuh, el dios del sol, ante quien se juraron amor eterno en repetidas ocasiones. 

En respuesta, la deidad los favoreció con numerosos dones, los bendijo y les dio más amor mutuo.

Pero, una guerra se desató y todos los jóvenes en condición de combatir fueron requeridos para la batalla. Huitzilin fue uno de ellos.

Pronto, le comunicaron a Xóchitl que Huitzilin había muerto y la muchacha se derrumbó, subió a la montaña para rogarle al dios del sol que le devolviera a su amado o que le permitiera reunirse con él de otra forma. 

Conmovido, el dios del sol Tonatiuh le concedió unirse a su novio, pero no en la forma humana, así que lanzó un rayo dorado sobre ella, convirtiéndola en un botón color amarillo brillante provisto de un tallo largo.

En poco tiempo, un colibrí (Huitzilin, reencarnado), se acercó para extraer el néctar del botón y este se abrió de inmediato y se transformó en una hermosa flor amarilla de 20 pétalos.

De esta manera, el dios sol perpetuó el amor de Xóchitl y Huitzilin, naciendo así la leyenda de la flor de cempasúchil. Xochitl ahora está en todas las flores de cempasúchil y Huitzilin en todos los colibríes. 

Por esta razón, los antepasados asociaron el color amarillo de la flor de cempasúchil con el sol y la empezaron a usar en las ofrendas en honor a los muertos, para que con su luz guiara a las almas hasta los altares a fin de reencontrase con sus familiares.   

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