Morelia, Michoacán
Alfonso cumplió y pagó la apuesta perdida.
Con “todo el dolor de su corazón”, el Comandante en Jefe se puso la chamarra y la gorra; colocó la cámara personal a la izquierda, “que no tape nada”, decía y se dispuso a dirigir el tráfico.
Es la hora que quema, con un sol a plomo. Y es Avenida Siervo de la Nación, tan llena de polvo y de hombres con casaca anaranjada trabajando horas extras en una cuestionada obra heredada del gobierno moronista, “una cochinada”, pero el esfuerzo no fue suficiente.
De la empresa constructora del Puente de Siervo de la Nación, nadie presente; con ellos, el alcalde fue claro: “si no terminan pronto, habrá sanciones fuertes”.
Por ellos, al no cumplir la fecha programada de conclusión de la obra -primero de noviembre-, el presidente salió a pagar la deuda por la apuesta que hizo de que el primer día del onceavo mes del año, quedaría listo el Puente. Pues no, le falta obra y detalles.
Por varios minutos, sobre avenida Periodismo, el jefe de la comuna dirigió la culebra de vehículos; muchos lo reconocieron y le saludaban; él, risueño, dejaba la conducción y se acercaba para chocar puños.
En la obra financiada por Kansas, hay más de 150 obreros, trabajan hasta tres turnos; suben y bajan el tembloroso andamio cual escalera eléctrica de plaza comercial, sin el miedo que a otros hizo temblar piernas y sudar la gota gorda.
Alfonso también trepo el andamio y la enquencle escalera de madera al final de los casi 15 metros de altura; supervisó todo y saludó a los obreros, a los que pidió trabajar bien y rápido.
Ahora falta la taquiza; esa otra apuesta que, a título personal, hizo en sus redes sociales.
Más de dos mil taquitos de distintos estilos serán “disparados” por Alfonso Martínez a los morelianos y el escenario podría ser la Plaza Valladolid. Afilen diente.