Emocionarte

Como mencioné en el artículo “La salud mental” publicado con anterioridad, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ampara el derecho a la salud y protección de ésta, en donde la ley define las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud, además de establecer las entidades federativas en materia de salubridad general.
Ahora bien, la calidad es fundamental en cualquier servicio y se debe fomentar en todas las áreas de prioridad para el desarrollo de los individuos; así es que la salud no debe ser la excepción. Sin embargo, a pesar de los conocimientos, los avances y los esfuerzos realizados por los servidores de la salud, la ausencia de calidad o de garantías mínimas en la atención a la salud representa un reto social a nivel mundial, sobre todo para aquellos países cuyos niveles de desarrollo no han alcanzado estándares deseables, como lo es el nuestro.
Según el INEGI, la estructura de la Clasificación en las Instituciones de Salud está organizada en varios niveles, el primer nivel (grupo que identifica el sector al que pertenecen las instituciones de salud), el segundo nivel (clase de instituciones), el tercer nivel (subclase con la que se identifica el tipo de instituciones de salud y/o seguridad social públicas o privadas), y el cuarto y último nivel (tipos de unidades médicas).
Continuando con lo anterior, el Sistema de Salud en México comprende dos grandes sectores, el público y el privado. Dentro del sector público se encuentran: Instituciones de seguridad social “Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Petróleos Mexicanos (PEMEX), Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), Secretaría de Marina (SEMAR)” entre otros y las instituciones y programas que atienden a la población sin seguridad social “Secretaría de Salud (SSA), Servicios Estatales de Salud (SESA), Programa IMSS-Oportunidades (IMSS-O), Seguro Popular (SP)”. Asimismo, el sector privado comprende: compañías aseguradoras y prestadoras de servicios que trabajan en farmacias, consultorios, clínicas y hospitales privados, incluyendo a los prestadores de servicios de medicina alternativa.
Pero, ¿Qué pasa cuando una persona acude a hacer válido el derecho a la salud y acude a alguna de estas instituciones?
Pues bien, a la llegada al servicio de salud, la deficiencia de la calidad en la atención se puede manifestar de múltiples maneras: acceso limitado a servicios, inefectividad, quejas médicas, costos elevados, insatisfacción de los usuarios y de los profesionales de la salud, afectación de la credibilidad de las instituciones prestadoras y del sector salud en su conjunto.
En concreto, cuando una persona acude a hacer uso de su derecho a salud a una institución de esta índole, se puede encontrar con infinidad de situaciones relacionadas a lo antes mencionado, tal como: el cambio sin previo aviso a la clínica de suscripción, que al acudir al servicio de urgencias pareciera ser que le diría “no es tan urgente” y tienes que realizar filas enormes para la atención, aunado a ello la falta de insumos, además que la atención de calidad y con calidez es escasa en estas instituciones (sin generalizar, porque podemos encontrar casos aislados), aunado a ello nos encontramos con la burocracia al momento de realizar trámites de pensión, incapacidades o de algún otro servicio necesario, además enfrentarse a que no se hizo el papeleo, se perdió la solicitud o simplemente la persona que atiende no puso el cuidado debido con el trámite y puede retrasarse desde días e incluso hasta meses.
Todo lo anterior, puede producir frustración tanto para los derechohabientes como para los mismos servidores y esta no es una emoción nueva, la realidad es que viene del pasado:
“El deseo es el padre de la frustración” o “La frustración es la madre del deseo”, imagina que cuando una persona se encuentra en el vientre de su madre, no le falta nada y todo se le da de manera natural; sin embargo, al momento en el que nace hay un primer instante en el que pasa algo que no sabe qué es, pero que le crea ansiedad porque no lo había vivido hasta ese día.
Esa frustración inicial le genera la necesidad de descargar de la manera como puede en el momento (llorando), instantes después llega su madre y se da cuenta de que tiene hambre (lo alimenta), a partir de ahí la persona aprendió a que es necesario buscar la satisfacción perdida.
Es decir, el proceso descrito sobre el deseo y la frustración puede estar inmerso en muchas situaciones cotidianas de nuestras vidas, un ejemplo de ello es el relacionado con el tema y al manifestar un malestar físico, se busca el bienestar y se acude a una institución médica con el deseo de que dicho malestar sea resuelto; sin embargo, al llegar ahí te encuentras con malos tratos, con que no hay insumos, con una fila que al recorrer, y casi culminar, es cerrada porque el servicio ha terminado y no te atendieron, ahí aparece la frustración y como ahora ya no hay un único recurso y aparte del llanto ahora puedes gritar, golpear y hacer desmanes para hacerte escuchar, puedes llegar a hacerlo sin darte cuenta que te enfrentas a la frustración que también el otro presenta y aquello se vuelve una batalla campal.
En resumen, la frustración es una emoción que se da de manera natural y está a expensas del contexto y las propias necesidades, cuando esta aparece es necesario realizar ejercicios de introspección, respiración y relajación para hacer consciente la necesidad del deseo y encontrar formas de satisfacerlo.
Además, es necesario estar atento a que la frustración no se convierta en un modo de relación y suceda en todos los momentos vividos porque ahí se daría una interacción rígida, lo cual puede no ser sano para la persona.
Aunado a ello, en cuanto a todo lo que tiene que ver con las instituciones públicas de salud es necesario que se sigan estableciendo programas de capacitación en calidez y calidad en el servicio, entendiendo tanto los derechohabientes como los servidores que ambos tienen derechos y obligaciones, por lo que lo más importante es tratar de actuar con empatía.
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