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El tema de la salud mental en la actualidad es muy conocido por todos; sin embargo, se ha normalizado y naturalizado desde los conceptos psicológicos hasta las patologías, utilizándose de manera errónea y con cotidianidad en el vocabulario de la sociedad.

Cuántas veces al día escuchas frases como: esa persona es neurótica o histérica, es bipolar, es antisocial, es psicópata o narcisista, está deprimida o es ansiosa.

En realidad, el hecho de volverlo tan normalizado hace que muchas personas lleguen a consulta con un autodiagnóstico o con la etiqueta de “x” trastorno y sólo porque una persona allegada le dijo que lo padecía, y aunque existe la posibilidad de que sea así, también existe el otro lado de la moneda en dónde se dista mucho de la realidad y de lo que realmente pudiera o no padecer una persona.

Se prevé que, en 2030 la salud mental será la principal causante de discapacidad en el mundo y es por ello la importancia de realizar programas de prevención.

En México, el INEGI refiere que la Secretaría de Salud reporta que una de cada cuatro personas entre los 18 y 65 años edad, presentan algún trastorno mental, lo que equivale a 15 millones de personas en 2018; sin embargo, esta cifra incrementó nueve veces más después de la pandemia.

Ahora bien, tal como lo refiere la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en referencia al artículo 4° el cual refiere que: “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución.”

De acuerdo a lo anterior, con fundamento en una ley secundaria más apegada que lo que expresa la normativa constitucional, tenemos que, La Ley General de Salud Federal, refiere en el artículo 1°. Bis, a la letra dice: “Se entiende por salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

En los dos párrafos anteriormente redactados, se habla de lo que por derecho corresponde a cada ciudadano en cuanto a la salud mental se refiere; sin embargo, se puede observar primeramente que en la sociedad actual hay un estigma en cuanto al tema y segundo que hay un déficit por parte del gobierno y las instituciones, en cuanto a garantizar estos derechos, sin tomar en cuenta que, es un derecho y no una opción que brinde el Estado.

Pero, ¿Qué es realmente la salud mental?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como: “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad”.

Aunado a lo anterior, la salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social; si se ve afectada la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida, dicha salud se afectará y los trastornos mentales pueden comenzar a aparecer con un efecto negativo e importante en las esferas de la vida, ocasionando daños en el rendimiento escolar o laboral, las relaciones familiares o sociales, además de afectar la participación de cada individuo dentro de la comunidad.

Por ello, es vital entender que existen diversos factores que pueden afectar la salud mental, incluyendo: Los factores biológicos (los genes o la química del cerebro), las experiencias de vida (trauma o abuso), los antecedentes familiares (problemas de salud mental), el estilo de vida (la dieta, la actividad física y el consumo de sustancias).

También, es importante mencionar que la salud mental es un término general que captura todo lo referente al tema y la enfermedad mental es un término clínico que describe una condición específica.

Detrás de cada enfermedad mental hay una causa subyacente que se puede identificar y tratar. Además, muchas personas que tienen trastornos de salud mental consideran que sus signos y síntomas son parte normal de la vida y evitan el tratamiento por vergüenza o miedo, llegando al mismo punto de lo mencionado al inicio del presente texto, “normalizando” así comportamientos sin la importancia y responsabilidad que conlleva uno de estos diagnósticos.

Por otro lado, la salud extrema y absoluta no existe, por lo que todas las personas en algún momento tienen alguna afección al respecto. Erich Fromm decía: “si a mi consulta llegara un paciente absolutamente normal, mi tarea como terapeuta sería neurotizarlo un poco para que pueda vivir adaptado”.

Por último, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, celebrado el pasado diez de octubre, la invitación es la que realizan la mayoría de los profesionales al recalcar que es de suma importancia consultar un psicólogo, psiquiatra u otro profesional de la salud para identificar cualquier afección de salud mental y poder brindar un tratamiento apropiado.

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