TRANSFORMANDO

La congruencia debería ser uno de los valores más importantes de los seres humanos. La congruencia, por definición es hacer lo que se piensa y mantener la misma línea de actuación, basado en valores, creencias, formación, etc. Sin embargo, hoy es uno de los valores más escasos en la “mal” llamada clase política.

En 1977 se realizó una reforma constitucional para crear mayor equilibrio en la Cámara de Diputados, creando por primera vez a los diputados plurinominales, la Cámara de Diputados quedó compuesta por 300 electos por el voto directo y 200 por representación proporcional, también conocidos como plurinominales.

Hasta 1996, por medio de otra reforma constitucional, la Cámara de Senadores quedó integrada por 128 legisladores, de los cuales, 64 son electos por mayoría relativa (los que tienen que hacer campaña y ser votados por los electores), 32 son designados por el principio de primera minoría (los que quedaron en segundo lugar) y 32 por representación proporcional, también conocidos como plurinominales.

El objetivo de este sistema de composición de las cámaras se basó en crear un equilibrio en el Poder Legislativo y lograr una mayor representación de los ciudadanos. Los legisladores plurinominales no hacen campaña, ni son votados por el electorado, generalmente esos lugares son asignados y “dicen” que en algunos casos “vendidos” por el presidente del partido, conformando una lista que casi asegura el ingreso de los primeros beneficiados.

Si mantenemos el espíritu de la creación de los plurinominales, los senadores/diputados que ocupan el cargo, no lo hacen a título personal, sino por asignación del partido político que los “enlistó”, lo cual debería entenderse, que, durante su periodo, deberían mantenerse representando al partido político que los enlistó y, por ende, a los ciudadanos que votaron por los candidatos del mismo.

El problema en nuestro sistema, es por mezquindad, incongruencia, corrupción, o alguna otra causa, de algunos diputados y senadores, que a conveniencia renuncian a su partido para unirse a otro, alterando de esta forma el equilibrio que se pretendía tener en el legislativo. Curiosamente, esas renuncias a los partidos, se dan en los momentos donde se requiere “alzadores de mano” en alguna votación de iniciativas.

La más reciente es el 21 de septiembre de 2022, que, si no hay alguna argucia, se votará que la Guardia Nacional pase a formar parte de Sedena, para lo cual todo el aparato del Estado mexicano ha operado para lograr los votos necesarios. Y el eslabón más “débil” o “barato”, por lo menos en forma pública, fue hasta el 20 de septiembre el Panista Raúl Paz Alonzo, que después de 20 años de militancia en el PAN, donde fue presidente estatal de su partido, además de diputado federal y local, y actualmente senador por primera minoría, es decir, le debe el cargo a su partido, al PAN, decidió, traicionar sus principios, los cuales declaró públicamente el pasado 7 de septiembre, donde claramente dijo “no a la militarización”.

Pero 12 días después, con un hermano investigado por el “suicidio” de su pareja y la promesa de ser candidato a gobernador de Yucatán, decidió pasarse, según él, al lado correcto de la historia, esa misma historia que durante 20 años criticó.

Si entendemos las reglas políticas actuales, de los que dicen que no son iguales, pero son tan parecidas a las del viejo PRI, deberíamos hacer una colecta, para comprar las voluntades de los legisladores incongruentes y lograr reformas en beneficio de nuestro México.

Insisto, ¡Es tiempo de los ciudadanos!, pero de los congruentes y con vergüenza.

Abelardo Pérez Estrada
@abeperez
Empresario, analista político, Expresidente CANACINTRA

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