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Calladitas no

Dice Simone de Beauvoir que “la representación del mundo, como el mismo mundo, es obra de los hombres; ellos lo describen desde su propio punto de vista, que confunden con la verdad absoluta” y las estadísticas en muchas ocasiones no reflejan la realidad, sobre todo la de las mujeres, porque los indicadores de medición están creados desde una mirada patriarcal o lejos de la perspectiva de género.

No es fácil revisar números cuando de rostros, historias y personas hablamos, cuando la realidad es abrumadora y las letras se te atoran en el pecho y la garganta, al revisar las frías estadísticas sobre las niñas y mujeres.

La semana pasada se presentó con bombo y platino la ENDIREH 2021 como principal fuente de información sobre la situación de la violencia que viven las mujeres en nuestro país, cabe la pena señalar que esta encuesta -nada más- tenía 5 años sin hacerse y sin reflejar cómo la violencia contra niñas y mujeres SÍ va en aumento por mucho que la quieran disfrazar.

Con cinco ediciones disponibles 2003, 2006, 2011, 2016 y esta última del 2021, podemos dar cuenta de que la realidad es clara, es dolorosa y nos alcanza, por más acciones que se desarrollen para cambiarla, lo que nos obliga a hacer hoy un alto, parar, revisar, cuestionarnos, frustrarnos y luego tomar nuevamente acción con esta nueva realidad que nos presenta esta encuesta.

Para muestra un botón, y ahí va la realidad fría, pero necesaria de conocer.

La ENDIREH señala que a lo largo de la vida de las mujeres el 51.6% de ellas han experimentado alguna forma de violencia psicológica, el 49.7% de ellas han experimentado violencia sexual, 70.1% han experimentado al menos una situación de violencia psicológica, física, sexual, económica, patrimonial y/o discriminación, es decir 7 de cada 10 de nosotras la hemos experimentado, a veces sin saber que la vivimos; otro 27.4% ha experimentado violencia económica y/o patrimonial, y/o discriminación en el trabajo, y el 34.7% han experimentado violencia física.

Ahora bien, desgraciadamente las violencias contra las mujeres en los últimos 5 años (de 2016 a 2021) han aumentado de 66.1% al 70.1%; entre estas, la violencia psicológica que pasó de 49% a 51.6%, la violencia física pasó de 34% a 34.7%, mientras que la violencia sexual creció de 41.3% al 49.7%, siendo esta la que más aumentó durante este periodo atribuyéndose también al periodo de encierro por pandemia, mientras que la violencia económica, patrimonial y/o discriminación, disminuyó de 29% al 27.4%.

La prevalencia total de violencia contra las mujeres de 15 años y más a lo largo de la vida a nivel nacional es de 70.1% mientras que para el estado de Michoacán la prevalencia es de 64.9%, llegando casi a la media nacional.

Respecto al tipo de violencia que experimentan las mujeres, respecto del 2016 al 2021 se señala que la violencia escolar creció de 25.3% al 32.3%, la violencia laboral creció del 26.6% al 27.9%, la violencia en el ámbito comunitario creció del 38.7% al 45.6%, y a decir de esta encuesta, la violencia de pareja disminuyó del 43.9% al 39.9%.

Las diferentes formas de violencia que viven las niñas y las mujeres a nivel nacional sólo siguen demostrando que no hemos aprendido nada, que el discurso mediático, político y social, sólo ha quedado en eso, porque los datos nos muestran nuestra poca capacidad como sociedad e instituciones de transformar esta realidad, y eso sigue siendo muy frustrante.

Aunque esta estadística señale que la violencia familiar ha descendido, lo cierto es que también tiene que ver con la falta de denuncias presentadas por muchas razones, entre ellas, el miedo de las mujeres a hablar sobre las violencias que enfrentan.

De lo reportado por la ENDIREH en esta edición, el 9.2% de las mujeres reportan haber vivido violencia psicológica, el 3.0% violencia física, el 1.7% violencia sexual, y el 3.1% violencia económica o patrimonial en el ámbito familiar, siendo los principales agresores: hermanos con el 23.2%, el padre con el 15.5%.

Es importante resaltar que, en el caso de la violencia psicológica, es mayormente cometida por las o los hermanos con un 23%, la violencia física por parte de las o los hermanos con un 37%, la violencia sexual es cometida en un 25.3% por parte de los primos, mientras que la violencia patrimonial o económica por parte del padre en un 21.5%.

Mientras que la violencia en pareja desde el año 2016 mayoritariamente se comete entre los 18-24 años con un porcentaje de 48%, siendo la violencia psicológica la más alta con un 35.4%, la violencia económica y patrimonial con un 19%.

En este sentido, es importante señalar que a decir de esta encuesta el 78.3% de las mujeres de 15 años o más que experimentó violencia física por parte de su pareja NO SOLICITÓ APOYO, ni presentó ninguna queja o denuncia. El 8.3% sólo presentó queja o denuncia, pero no solicitó ningún otro apoyo, el 7.4% sólo solicitó apoyo sin referir cuál.

Y respecto a las razones por las que no pidieron apoyo o no presentaron denuncias por agresiones sexuales o físicas, encontramos que el 27.7% de ellas consideró que se trató de algo sin importancia, que no le afectó, el 22.2% por miedo a las consecuencias de actuar, el 18% por vergüenza, el 13.5% porque no sabía dónde y cómo denunciar, o por sus hijos e hijas, el otro 13.5% porque su esposo o pareja les dijo que iban a cambiar, mientras que el 12.7% porque no quería que un familiar se enterara y el 8.7% porque aseguró que el no iba a cambiar así que no tenía ningún sentido tomar acción frente a esa realidad.

Todas estas violencias reflejan que los juicios que como sociedad emitimos respecto a las violencias que viven las mujeres, así como los estereotipos y la normalización de ésta, siguen siendo caldo de cultivo fértil para que la misma se siga reproduciendo, y creciendo hasta convertirse en lamentables feminicidios.

Las formas de violencias son múltiples y las formas en las que se marcan en los cuerpos de las mujeres también. La encuesta en análisis señala que la violencia física o sexual en un 30.3% de los casos deja moretones e hinchazón en el cuerpo de las mujeres, mientras el 4.9% le provoca hemorragias o sangrado, sólo el 3,5 % de esa violencia requiere hospitalización u operaciones, mientras que el 3% se presenta en forma de fracturas; entre otros datos escalofriantes que dan cuenta de la importancia de los servicios de salud y médicos, estén atentos a las condiciones de violencias que presentan las mujeres que acuden a solicitar sus servicios, pues de estar capacitados en esta materia, serían un eslabón importante de primer contacto para identificar situaciones de violencia y riesgo inminente ante la violencia extrema que puedan vivir las mujeres.

Las condiciones de confianza que podemos generar como sociedad y como autoridades garantizarán que las mujeres puedan expresar las realidades de violencias que viven, y por resultado, pedir ayuda, y dejar a un lado estadísticas que señalan que el 34.6% de las mujeres que viven violencia familiar no le contó a nadie, ni pidió ayuda y el 92.9% de ellas no denunciaron, o el 44.7% de las mujeres que viven violencia de pareja tampoco le contó a nadie lo que viven y el 85.7% de ellas no denunciaron.

El reto aquí es claro; la prevención a tiempo, la identificación temprana de las violencias vividas, la no normalización de la sociedad ante la misma, pero también la reflexión de qué papel jugamos como sociedad para que nuestros juicios de valor empujen a una mujer a guardar silencio frente a esta dolorosa realidad, deben de transformarse en condiciones claras que las fortalezcan para salir de ahí.

Todas estas cifras no sólo nos tienen qué cimbrar y hacernos ver que todas ellas son más que números fríos en una estadística tardía, están frente al riesgo inminente de que esa violencia crezca y se recrudezca y termine en un feminicidio.

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