Morelia, Michoacán
Una sola familia ha logrado la hazaña de gobernar cuatro veces Morelia: los Martínez.
Y este domingo, el alcalde Alfonso Martínez echaba mano de ese referente histórico al recordar la etapa donde su abuelo Alfonso Martínez Serrano fue presidente municipal en los inicios de la segunda mitad del siglo pasado, de 1953 a 1956, primero, y de 1965 a 1968, después.
“Desde que estaba en el kínder me di cuenta que ese kínder lo había construido mi abuelo en 1968; desde ese momento sentí esa emoción de tener la oportunidad de llegar a ser presidente municipal”, relataba el hoy, igual que su abuelo, edil por segunda vez.

Desde el teatro Mariano Matamoros, Alfonso nieto hablaba de su primer informe y de cómo había recibido el municipio tras el paso del profesor centista Raul Morón como alcalde en el periodo 2018-2021, con un sistema de información hackeado, “una ciudad abandonada, sucia, sin orden, con mayor inseguridad y una policía descuidada”.
Entre el público invitado estaban algunos exalcaldes, como Fausto Vallejo y Chavo López, y otros que intentaron serlo, como Genovevo Figueroa.

Llegaron también Marko Cortés y Jesús Zambrano, los jefes del PAN y PRD a nivel nacional, partidos a los que el edil agradeció porque, a diferencia de su gobierno independiente, “hoy no llego solo, llego arropado por dos fuerzas políticas consolidadas”.
Entre porras y matracas apareció también el exgobernador Silvano Aureoles, quien quedó a dos filas del morenista Fidel Calderón, presidente de la Junta de Coordinación Política y de la titular de la SEE, Yarabí Ávila.
En la salutación, el perredista se cruzó con el senador de Morena, Cristóbal Arias, y con la contralora estatal Azucena Marín, quien cocina desde hace meses las denuncias anunciadas en contra de la administración silvanista. Cruzaron miradas, pero no palabras.

Fue ella la elegida por el actual gobernador Alfredo Ramírez Bedolla para representarlo en el informe del alcalde de la capital del estado, tras decidir no acudir a este evento donde el edil había advertido que no sudaría ‘calenturas ajenas’ con su decisión de convocar a Aureoles.
Entre los cientos de asistentes destacaba uno de sombrero. Era el exdiputado Salvador Arvizu.
Desde el escenario, Martínez fustigaba el que, en la peor crisis sanitaria, el gobierno anterior haya mantenido la Clínica Municipal de Salud operando a su mínima capacidad y que no se haya recetado ninguna auditoría sobre el manejo de los recursos en esos tres años.
Pero, como “llegue a dar resultados, no a vivir anclado al pasado”, Alfonso deslizaba también lo realizado en este primer año, como los mil 200 millones de pesos invertidos en obra pública, cantidad que, decía, supera lo de todo el trienio morenista.

Destacaba, además, la construcción del puente que colapsó en Avenida Siervo de la Nación, en un tiempo récord de una semana, de la recuperación del turismo y de los 50 puntos públicos que ya se tienen con conexión a Internet.
El edil confesaba también de cuando le aconsejaron entregar el control de la Policía, y de su argumento para batear esa propuesta: “yo no gobierno por cuidar una carrera política, no importa el costo que tenga”.
En aquél recinto del Matamoros – que tomó más de una década construirlo – no solo su abuelo estuvo presente al recordarlo por su paso en la alcaldía en el siglo pasado, también su papá cuando le agradecía a su esposa Paola, hijos y madre estar con él.

“Y estoy seguro que mi papá también está por aquí”, decía el espigado político más de 1.90 metros de estatura, quien afirma estar cumpliendo aquél sueño que abrigaba desde el kínder.
Será en 2024 cuando Alfonso concluya su encargo, pero la política actual podría abrirle el paso para prolongar su gobierno un periodo más y seguirle imprimiendo el sello Martínez.
“Gobernar Morelia fue uno de mis grandes anhelos en toda mi vida (…) toda mi vida me preparé para eso”, enfatiza el ingeniero egresado del Tecnológico de Morelia.
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