Foto: IMSS

Morelia, Michoacán

Pese a que el Hospital De la Mujer atiende un promedio anual de ocho mil partos, la partería tradicional es un ritual que sigue vigente en Michoacán, el cual conlleva el seguimiento prenatal, espiritual y energético de las mujeres embarazadas.

Nana María Virginia Santiago Toral, es una partera con 50 años de experiencia y compartió su sabiduría en el Encuentro de Parteras Tradicionales y Profesionales de Pueblos Originarios de Michoacán, en el marco del Día Internacional de la Partera, celebrado este lunes en el Centro de Convenciones y Exposiciones (Ceconexpo).

La maestra partera resaltó que en la década de los setentas del Siglo XX atendía de dos a tres partos diurnos y cinco nocturnos cada día, las mujeres atendidas, relató, vivían sin miedo e integraban su embarazo a su vida cotidiana.

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“Las mujeres no tenían basura de pensamientos, no tenían consultas médicas, las parteras les dábamos seguimiento, con sobadas les arreglábamos al bebé, teníamos ese contacto con las manos, ahora la medicina occidental nombra al bebé como un producto, como un objeto, una cosa”, explicó.

La partera michoacana explicó el ritual que conlleva ser partera: un proceso de 9 meses y 10 lunas, enseñar a la madre a respirar, palpar el vientre una vez al mes para detectar y perfilar la cabeza del bebé, recomendar dietas (en base a los productos del temporal) para finalmente definir el esquema de parto: en cuclillas, atada a un lazo, al borde de una silla o en agua.

“Esos eran lo métodos para parir, nada de que la mujer acostada, las parteras sabemos detectar las fases del dolor: cuando se siente que un rayo eléctrico pasa por la cadera, ese es el momento en que inicia la labor de parto, los dolores avanzan cada vez más y ahí se detecta para comenzar, porque el cuerpo avisa y sabe reconocer esos dolores”, añadió.

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La charla contempló la explicación del entierro de la placenta y el corte del ombligo, actos simbólicos que forman parte del ritual de la partería, actividad que sigue vigente en Michoacán a través de la Escuela de Partería de Erongarícuaro.

“Antes era común enterrar la placenta en el patio o en la cocina, ahora todos andan por ningún lado, la placenta anda en manos de todos, como la mujer, bien podrida, ahora las mujeres piensan como hombres y las mujeres piensan como hombres”, concluyó.

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