Morelia, Michoacán
¡Agárrense bien, porque se soltaron los caballos!, llamó Lupe Esparza a alrededor de 40 mil almas que ocuparon cada centímetro de la avenida Madero Poniente, desde el cruce con la calle Guillermo Prieto hasta las cercanías del Congreso del Estado.
“¡Ese gritote de Morelia, Michoacán!”, pidió el de Monterrey.
Y la respuesta sobrepasó con creces la expectativa.
Esta noche fue la noche de la celebración, del 481 aniversario de la fundación de Morelia, y la ciudad arrancó desde primera hora los festejos.
Izamiento de las banderas de México, Michoacán y Morelia; entrega de la presea Generalísimo Morelos; la verbena popular en la cerrada San Agustín; los paseos en los portales; las calles libres de automotores; la presentación del Ballet Folklórico de Morelia y la Catedral encendida como una gran antorcha de luz y color.
Pero el momento estelar, el que algunos esperaron desde las 16:00 horas, para asegurarse un buen lugar, fue Bronco.
Alrededor de 40 mil almas se dieron cita para esperar a los de Monterrey, que aún se tomaron el tiempo de saludar al pequeño Roberto, cuyo más caro sueño era estar cerquita de Bronco.
El presidente municipal de Morelia, Alfonso Martínez Alcázar, exaltó a los presentes a pasar una velada segura, familiar y en paz, con mucha música y mucho baile.
Y todos se agarraron bien cuando los caballos se soltaron y galoparon desde las guitarras, el bajo, los teclados, las percusiones, para acompañar la entrada de Lupe Esparza a escena.
“Amigos de Morelia, ha llegado la hora de cantar y de gozar”, afirmó Lupe Esparza, y miles de gargantas emitieron gritos y expresiones de emoción y júbilo.
Temas famosos, emblemas de Bronco; temas románticos y melosos, para bailar de cachetito; temas alegres e irreverentes, para sacar brillo al pavimento, y temas que muestran la evolución de la banda que forman Lupe, René, Adán, Arsenio y Javier, se escucharon alto y fuerte en el Centro Histórico de Morelia.
Y no pudieron faltar Las Mañanitas, entonadas en honor de la cumpleañera Morelia, en la antesala de su primer medio milenio.
Y agárrense bien, porque se soltaron los caballos, al menos esa analogía cabe al observar las manos en alto, teléfonos celulares en mano, mientras una sola voz acompaña las letras.