Emocionarte

En algún momento de nuestras vidas todos hemos pasado por la experiencia de conocer a alguien y luego de varias citas encontrarnos ante la incertidumbre de si esa “casi relación” alguna vez será algo real.
Al principio hay un interés en la persona y el trato es todo miel sobre hojuelas, el contacto es continuo, se van creando vínculos y la ilusión de pasar al siguiente nivel está latente.
La persona ilusionada comienza a pensar en un futuro; sin embargo, el otro podría no estar en la misma sintonía.
Es momento de hablar y llegar a un acuerdo en que ambos se sientan cómodos, dejando en claro que busca cada uno; ya sea despedirse o seguir con sus vidas para formar una nueva relación.
Así, con las múltiples alternativas de resolución, la persona que no se encuentra ilusionada pareciera adivinar los planes del otro y convierte la intuición en un pasaje al acto de desaparecer sin decir nada o en otro de los casos permanece de manera intermitente en la relación, lo que deja al otro preguntándose que esta pasando.
Esos “casi algo” duelen como si lo hubieran sido todo y generalmente dejan diversos sentimientos que ni siquiera se pueden identificar.
Puede resultar confuso que una persona que parecía tan interesada en ti desaparezca de repente, pero esto es algo que pasa más frecuentemente de lo imaginado y cada persona le imprime su sello personal.
Ahora bien, algunas de las prácticas más realizadas son las siguientes:
🔸El ghosting.
Se da cuando una persona desaparece de la relación sin dar ningún tipo de explicación “literal el acto fantasmal”. Según Feldman, E. (2012), las personas desaparecen porque no tienen la claridad o la fortaleza para terminar la relación y evitan enfrentarse al momento de la ruptura, además que de esa forma se protegen a si mismos(as) sin importar si hieren o no al segundo en discordia.
🔸Fade away/slow fade.
Es una variante del ghosting aunque en versión degradada, literalmente significa “descolocarte lentamente” y el término es adoptado del baloncesto en donde los jugadores realizan una técnica en cual el balón queda en suspensión y así es como la persona se siente “suspendida en la nada”.
🔸Breadcrumbing.
Proviene de la palabra “breadcrumb” que significa miga de pan y está táctica es de la vieja escuela y se ve en personas narcisistas que tienden a dar amor en pequeñas dosis para mantener a la persona y no quedarse sin sus seguidores amorosos.
🔸Benching.
Mantenerte en el banquillo o el famoso plato de segunda mesa, dejar velitas prendidas por lo que pudiera pasar a futuro. En está práctica no se da por finalizada la relación por si le interesa volver a obtener algo de parte de la víctima.
Ahora bien, si revisamos lo anterior para que esto se dé, se necesita de dos participantes como dice el dicho “siempre hay un roto para un descosido”. Dividamos pues en dos grupos:
Grupo 1) Personas que practican las actitudes antes descritas (Victimario).
Si las personas que presentan estás actitudes tienen una pizca de consciencia, entonces se ven enfrentados al remordimiento y la culpa porque seguramente han pasado por la vivencia de una ruptura y no tienen la capacidad de ahora poder llevarla acabo, por lo que les es más fácil desaparecer sin decir nada o estar intermitentes.
Así mismo, como pasa en la mayoría de los casos lejos de ser alguien que quiere evitar el conflicto, nos encontramos ante el cúmulo de características que si bien podrían no ser patológicas, si son dañinas tanto para quien las sufre como para quien las ejerce.
La falta de madurez, la falta de empatía, el hecho de no haber realizado un vínculo emocional con la otra persona, el juego roles para sentir el poder dentro de la relación, el miedo al compromiso o a enamorarse, las características narcisistas, la ansiedad social, el egocentrismo y la manipulación son algunas de las artimañas que las personas realizan para iniciar una relación dejándola en el “casi algo” para después no llegar a ningún lado.
Grupo 2) Personas que han experimentado las consecuencias (Víctima).
Es fácil el observar que estas prácticas pueden tener una serie de repercusiones psicológicas en quien lo padece, es decir, la idea rumeante de que el otro lo hace porque “yo hice algo” genera heridas de abandono y rechazo, además de emociones constantes como la culpa, la vergüenza, la tristeza, la angustia, la incertidumbre y el enojo, así como actitudes como la de no querer volver a relacionarse y una pérdida del autoconcepto.
Lo importante aquí es darse cuenta que en cualquiera de los dos roles que se juegue en la relación, es necesario reconocer y hacerse responsable de que fue lo que llevo a experimentar ese papel para poder cambiarlo y no caer de nuevo en el error.
Resulta recomendable que en primer lugar no saltemos a conclusiones precipitadas, debemos proteger nuestros derechos como personas y miembros de una pareja, aprender a establecer límites y tener en cuenta que en estos casos es de suma importancia iniciar un proceso terapéutico que te ayude a identificar porque y para que te estás relacionando de esta forma.
«Eso de Amar sin esperar nada a cambio es bonito en los cuentos de hadas. Pero en la vida real, un amor maduro exige un delicado equilibrio entre dar y recibir, porque todo aquello que no es mutuo, resulta ser tóxico».
-Bert Hellinger-
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