Fotos Cortesía periodistas mexicanos.

Morelia, Michoacán

Las protestas de periodistas cimbraron ayer a México. Aunque Tabasco, la tierra presidencial, no participó, fue tal la respuesta que los gritos de justicia se replicaron en más de 64 ciudades del país.

Las manifestaciones realizadas desde baja California Norte hasta la Penísula yucateca, abrieron hoy la puerta a un gremio fortalecido en el dolor y el miedo, que buscará a partir de ahora seguir los canales necesario para lograr que el estado mexicano garantice la seguridad de los comunicadores.

Ayer, veladoras en mano, cubiertos los rostros con los cubrebocas que son ya parte indispensable de la indumentaria del comunicador; cientos de reporteros, gráficos, editores, periodistas, comentaristas, familiares y amigos, salieron a las calles de su lugares de origen y clamaron por un México más seguro para seguir ejerciendo tan noble labor.

Desde plataformas virtuales, se compartieron cerca de mil fotografías y videos que testificaban la presencia de los comunicadores en plazas públicas, calles, avenidas y en inmediaciones de instituciones; su reto les valió el desprecio en Palacio Nacional desde la mañanera. “La lucha sigue”, reviraron algunos en sus redes personales.

Esta es la segunda movilización de alcance nacional que se lleva a cabo. Primero fue en marzo de 2017, cuando los otrora llamados “tundemáquinas” salieron a las calles por Miroslava Breach; luego, en mayo, por Javier Valdéz Cárdenas, incluso distintas organizaciones sociales apoyaron la movilización periodística y en junio de ese mismo año, con marcha y todo, pero fueron esfuerzos infructuosos.

Pero nada fue como hoy. “Por el número de ciudades, por el entusiasmo desbordado, por las más de 43 mil firmas captadas en la petición lanzada desde change.org”, resaltan las valoraciones hechas a priori.

En esta segunda vez, en apenas 26 días del 2022, fueron los crímenes de los periodistas José Luis Gamboa de Veracruz; Margarito Martínez, de Baja California y Lourdes Maldonado, también de Baja California, los que despertaron la indignación y provocaron la sed de justicia.

La pretensión ahora es continuar en unidad como gremio. Es mantener una alarma y alerta permanente para que no se repita  lo que en los últimos cuatro años, le ha costado la vida a cerca de 40 personas dedicadas únicamente a informar y a dar voz a los que nada tienen.


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