Morelia, Michoacán
Pérdidas de más de mil 500 hectáreas de bosque y una venta de producción exportable de un millón de toneladas, son los datos que arroja la producción de aguacate en Michoacán, que sigue creciendo de forma desmedida a costa del cambio de uso de suelo de forma ilegal, generando desequilibrios económicos, tensiones sociales y agravamiento de la inseguridad, reflexionó el activista Julio Santoyo Guerrero.
Según su análisis denominado ‘Tsunami Aguacatero’, el analista sigue datos brindados por Gilberto Gallegos Cedillo, subdirector de Investigación Económica en FIRA para señalar que en 2020 se perdieron entre 1,200 y 1,500 hectáreas de bosque, en su mayoría ahora forman parte de huertas de aguacate cuya producción alcanzó el millón de toneladas exportadas en dicho año.
Santoyo Guerrero señaló que el crecimiento de la producción aguacatera se acompaña de daños irreversibles al medio ambiente, de efectos en la salud pública, de desequilibrios económicos, tensiones sociales y de agravamiento de la seguridad.
En su análisis, el especialista resalta que la producción aguacate se ha desarrollado en Michoacán sin trabas regulatorias y sin la intervención de autoridades estatales y federales, bajo la única tónica de producir para generar ganancias hacia los productores, sin importarles el medio ambiente, la salud, la economía social. “Si el mercado pide más aguacates, habrá que producirlos sin importar las consecuencias”, recalcó.
Julio Santoyo advierte las consecuencias que generará el monocultivo para la biodiversidad en Michoacán: pérdida de aguas, la modificación climática, la disminución de biodiversidad, el uso de agroquímicos nocivos, la pérdida abrumadora de bosques, la tensión social.
“Los demonios que desataron son ahora el principal problema para el futuro de la economía aguacatera. Necesitan agua y destruyen las zonas de infiltración; matan la biodiversidad y sin embargo dependen de ella; necesitan paz social y sin embargo se confrontan con la población; necesitan un determinado clima, pero alteran los patrones de calor-frio”.
El activista criticó la postura maniqueísta de la APEAM, instancia que aglutina a productores y exportadores del fruto a Estados Unidos y otras partes del mundo, les señala que hace apenas unos meses (y después de más de veinte años de vorágine producción sin control) lanzaron una iniciativa de agenda verde, ello acorde a las directrices del T-MEC y con ello tener las puertas abiertas a los jugosos recursos que podría representar para el sector, los futuros acuerdos comerciales con Estados Unidos y Canadá.
“Si hubiera congruencia —que fueran más hechos que propaganda— estarían en coordinación con el gobierno cancelando de manera inmediata todos los registros de huertas instaladas en bosques. Les bastaría revisar el histórico de Google Earth para identificarlas y para reconvertir esas huertas a su origen forestal. Con ello harían mucho para hacer valer y respetar el derecho constitucional a un medio ambiente sano de todos y prolongarían por otro tiempo su negocio”.
Lanzó un atento llamado al Gobierno Estatal para frenar el cambio ilegal de uso de suelo y la tala inmoderada y a la par, construir una base de datos actualizada en torno a la cantidad real de hectáreas plantadas legal e ilegalmente; identificar la tasa anual de pérdida de bosques; identificar el impacto por la pérdida de acuíferos asociados a las plantaciones aguacateras; identificar el daño a ecosistemas, polinizadores y a la salud humana por el uso de agroquímicos; mapear, todas las zonas de riesgo ambiental que ha ocasionado este cultivo; y generar un plan de recuperación ecosistémica.