Morelia, Michoacán

Santiago Cumplido del Castillo es un joven egresado del Conservatorio de las Rosas como cantante lírico que se ha presentado en numerosos escenarios de México y Cuba y nunca se ha detenido ante los obstáculos. Prefiere las rosas, pero no le teme a las espinas.

Luego de dirigir TzinTzun, Animas y, ahora, el concierto magno, Villancikua, puestas de la compañía Zingulart, ha logrado cierta notoriedad en el contexto local del espectáculo, aunque no ha cambiado ni en un ápice: sigue comportándose como un joven sensible, respetuoso, conocedor y audaz. Muy alejado de los egos tan frecuentes en la farándula.

Cuando los esfuerzos y se convierten en éxitos

Tras la presentación de un fragmento de Villancikua a la prensa en el teatro Mariano Matamaros accedió a contestar algunas preguntas a Primera Plana MX:

¿Qué es lo que va a predominar en el espectáculo, lo visual, a través de la acrobacia y otros performances, o el encanto eterno de los villancicos?

El hilo conductor, lo que sostiene y predomina es la música. Es un concierto magno en el cual lo visual, lo tecnológico, están al servicio de la música para asentarla, para acrecentar las emociones. El videomapping, la multimedia, el diseño de luces atrevido, las danzas, están presente; si embargo, solo como apoyos.  

¿Todos los villancicos están cantados en español?

Todos, y son latinoamericanos, menos uno, “El niño del tambor, que es sueco, pero ya muy adaptado a nosotros. Podremos disfrutar de creaciones folclóricas navideñas muy recurrentes en las familias, y los actos en las escuelas, como “La marimorena”, “El burrito sabanero”, “Los peces en el río”. Son piezas que parece que se van olvidando y queremos recuperarlas.  

Tengo entendido que también se han incluido temas de la etapa virreinal que no han perdido encanto.

Sí, por supuesto, hay uno llamado “Serenísima está la noche”. En total, trabajamos 4 propuestas de la etapa de Nueva España.

En lo estrictamente musical predomina la fusión…

Sí, se trata de una combinación arriesgada de diferentes tipos de música, tenemos la antigua, la barroca… la popular y se interpretan con instrumentos poco usuales como el arpa grande.

Este montaje ha sido un reto… cómo resolviste las complicaciones que se te fueron presentando…

Lo difícil ha sido el tiempo, desde nuestro anterior espectáculo, Animas, a éste, han pasado pocas semanas. Hemos tenido que andar de prisa. Pero, todos hemos estado comprometidos, somos muy apasionados y laboramos duro. Hay disfrute, a pesar de los desvelos.

Dirigir a 32 artistas en escena no parece un trabajo fácil…

No lo es, contamos con 13 cantantes, 14 músicos y 7 acróbatas… todos en función de entregarle al público un buen regalo de navidad que dura 90 minutos. Hay mucho talento y disciplina, más allá de las figuras. Esto es importante.

Con TzinTzun obtuviste un éxito extraordinario, nunca visto en el ámbito artístico de la ciudad… ¿con esta obra podrás superarte a ti mismo?

En esta racha de tres estrenos seguidos he buscado que cada puesta refleje diferentes energías y recursos artísticos en la escena, como para no repetirme. 

He querido demostrar que hay muchos matices, que no todo tiene que ser explosivo, gigantesco y grandilocuente como TzinTzun. La segunda obra, Animas, era más intimista, fantástica, mayormente para niños. El nuevo estreno, Villancikua, es esencialmente musical.

Son 3 propuestas distintas, no son comparables. Y lo que demuestran es el gran bagaje de expresión que tenemos, tanto nosotros, como los intérpretes, como el público que está aprendiendo a seguir las diferentes variantes creativas.

Podremos esperar nuevos espectáculos de este tipo el año que inicia…

Ojalá. Si el público nos aclama seguiremos con todo gusto haciendo cosas. Tengo ganas de intentar narrativas cien por ciento contemporáneas, abstractas, románticas, bueno, de todo un poco. No queremos que este buen momento se extinga, por el contrario, que se multiplique.

¿Seguirás usando el talento michoacano?

Por supuesto, en esta obra casi el 90 por ciento del elenco y del personal técnico es moreliano o michoacano, son egresado de escuelas de nuestro estado. ¡Un lujo!

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