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La modernidad liquida y la prisa en la que se vive en la actualidad, lleva a que los seres humanos se enfoquen en diversas esferas, siendo una de las más relevantes: el trabajo. El sociólogo Zygmunt Bauman, refiere que: “El trabajo es el estado normal del ser humano, no trabajar es lo anormal”. Ahora bien, el trabajo es necesario no sólo para dotar de los elementos materiales para la subsistencia, sino para poder ser alguien y satisfacer el sentido de pertenencia.

Existen diferentes tipos de trabajos y diversas empresas tanto públicas como privadas, que fungen como empleadoras y de las cuales cada una, tienen normas y protocolos laborales que son establecidos para un mejor funcionamiento; sin embargo, en la mayoría se prioriza el beneficio de la institución y no el de los empleados.

Si las personas pudieran concentrar todas sus energías físicas y mentales en un solo propósito, podrían lograr maravillas; aunque en la realidad se observa que la mente pasa intempestivamente durante el día de un pensamiento a otro y no descansa. Este continuo divagar ocurre también durante el periodo de la jornada laboral y toda vez que somos seres psicosociales, el tipo de ambiente en el trabajo, puede beneficiar o perjudicar para el buen desarrollo de nuestras actividades. Hablar del buen desarrollo de las actividades laborales, es el equivalente a hablar del desempeño laboral y la calidad del servicio que como empleados se proporciona a las empresas públicas o privadas y dicho desempeño se puede ver afectado tanto por factores externos (problemas fuera del contexto laboral), como por factores internos (todos aquellos que tienen que ver con la institución empleadora).

Continuando con esta idea, el mobbing (acoso laboral) y el burnout (síndrome de estar quemado), son dos de los factores internos más sonados en la actualidad, todo debido al tema de violencia inmerso en estás prácticas. En ambos casos el desempeño laboral se ve deteriorado e incluso puede llegar a afectar tanto la vida personal de quién lo sufre, como la salud física y emocional.

Algunos efectos generales de estas dos tipologías de violencia en el área laboral son:

1) Afectaciones físicas y emocionales (dolores musculares, cefaleas, cambio en los hábitos de sueño y alimentación, irritabilidad, ataques de pánico, estrés, fatiga, enfermedades cardiovasculares, pérdida de la motivación y pensamientos suicidas).

2) Afectaciones patológicas (trastorno del estado de ánimo, estrés post traumático, trastorno adaptativo y trastorno de ansiedad generalizada).

Desde el punto de vista clínico, Leymann señaló que el estrés postraumático es probablemente el diagnóstico psicológico para el 95% de los sujetos sometidos a burnout y mobbing. Así mismo, en un sondeo realizado el 29 de abril de 2019, alrededor del 12,3% de los encuestados en México dijo haber sido víctima de acoso en el ámbito laboral. De la misma manera, se logra identificar que la violencia laboral en México afecta a miles de personas; además de que dicha violencia es una de las principales razones por la cual, miles de personas abandonan sus trabajos.

Pablo Maldonado refiere a lo anterior que: “Expertos en este fenómeno advierten que cerca de un 40% de los profesionistas mexicanos ha experimentado acoso laboral y 5 de cada 10 personas consideran que el lugar en el que trabajan no cuenta con los canales de comunicación necesarios para denunciar y detener estos comportamientos”.

Esto lleva a los siguientes cuestionamientos:

  • ¿Qué tan grande es está problemática en el país?
  • ¿Quién regula estas violencias?

El periódico “El economista”, da la respuesta al primer cuestionamiento: “Tan sólo en los primeros tres meses del 2021 más de 26,300 personas renunciaron a su trabajo porque estaban siendo acosadas, dos de cada tres casos son de mujeres”. Sin embargo, en estás cifras, no están consideradas todas aquellas personas que trabajan en lugares no reglamentarios y personas que han decidido no denunciar o esconder su situación, por lo que las cantidades podrían no ser tan acertadas.

La violencia laboral (Mobbing y Burnout), representa sin duda un gran reto en las instituciones públicas y privadas, toda vez que tienen la obligación de eliminarla. México ha logrado algunos avances respecto al tema con la reforma realizada a la Ley Federal del Trabajo, la Reforma Laboral y la Norma Oficial Mexicana 035, la cual entró en vigor en octubre de 2019 y se modifica en octubre del 2020 (debido a la pandemia ocasionada por el virus SARS COVID-19) y su entrada al país generó en las instituciones del territorio mexicano obligatoriedad para prevenir los factores de riesgo laboral y los factores de riesgo psicosocial que puedan surgir en el ámbito de trabajo, así como también promover un entorno organizacional favorable.

La Norma Oficial Mexicana NOM-035-STPS-2020, tiene como una de las principales tareas, la identificación y análisis de los factores de riesgo psicosocial y para ello contempla los siguientes factores:

• Las condiciones en el ambiente de trabajo.
• Las cargas de trabajo.
• La falta de control sobre el trabajo.
• Las jornadas de trabajo y rotación de turnos que exceden lo establecido en la Ley Federal del Trabajo.
• Interferencia en la relación trabajo-familia.
• Liderazgo negativo y relaciones negativas en el trabajo
• Violencia laboral.

Como se puede observar, la tarea de las entidades empleadoras no es fácil y hay una misión de reeducación a los empleados de altos mandos quiénes tienen la obligación de conocer los protocolos de seguridad y de verificar que estos se lleven acabo para el buen funcionamiento de las instituciones, además de generar recursos y herramientas que ayuden al mejoramiento del ambiente laboral y la productividad de los trabajadores; de lo contrario al no cumplir la norma, se considerará que estas instituciones incurren en conductas u omisiones que además de implicar riesgos para la salud, vida o seguridad de los empleados, también podría implicar que estas instituciones sean acreedoras a sanciones económicas.

Finalmente, es importante recordar que lo último a perder es la dignidad humana y que todas las personas merecen un trato digno, por el simple hecho de que es un derecho fundamental.

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