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En 30 años, no ha existido fuerza de Estado que pare a esa locomotora llamada CNTE. Por el contrario, el sindicato parece cobrar cada vez más fuerza y una velocidad tal que, si no le aplican un freno, acabará por descarrilar también la estabilidad y presupuesto en el naciente gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla, como pasó con sus antecesores.
La historia así lo anticipa. Y si no lo cree, rememoremos algunos capítulos:
En su afán por conquistar al electorado magisterial, en la década de los 90, el PRD tejió alianzas con la Sección XVIII de la CNTE, entonces liderada por Raúl Morón Orozco, a quien se le considera el padre de las marchas multitudinarias y un exitoso estratega en el cierre de carreteras, bloqueo a centros comerciales y toma de bancos, que antes no se veía en la entidad.
Su poder de movilización lo llevó rápidamente a la vitrina de los candidateables en el Sol Azteca y, en un descuido de las tribus tradicionales, ya había tomado el control del partido como dirigente estatal, desplazando a figuras perredistas que se vendían como cardenistas pura sangre.
Fue el moronismo una de las etapas de mayor bonanza política para el magisterio disidente. Más de 20 presidencias municipales estaban en manos de maestros convertidos a gobernantes, y decenas más escalaron de las aulas a sindicaturas o regidurías. Fueron, los maestros, factor también en el primer triunfo del PRD en la gubernatura del 2002.
Morón, como muchos más que se forjaron en la lucha magisterial, ya no volvieron a los salones de clases, sino que hicieron carrera política o se enquistaron en el sindicalismo como comisionados. Sus oficios casi llevan al “profe” a ser gobernador, si no es por la pifia –premeditada o no- del área jurídica de Morena en la contienda del pasado 6 de junio.
La luna de miel con el PRD se tornó agria, cuando, ya en el gobierno, ni Lázaro Cárdenas Batel ni Leonel Godoy lograron controlar al magisterio, que seguía desbordándose en las calles. En su intento por apaciguar al sindicato, en estos dos gobiernos se pactaron millonarios acuerdos –traducidos en bonos y plazas automáticas- que buscaban subsanar el déficit salarial y de prestaciones que dejaron de llegar vía fondos federales por no ser un gremio oficialmente reconocido.
Esas concesiones de los gobiernos perredistas significaron una estabilidad relativa y momentánea para la entidad, pero lesionaron mortalmente al erario. Y la CNTE se fortaleció. Ese grado de impunidad le alcanzó para allanar instalaciones de medios de comunicación, vejar a maestros opositores, causar destrozos en inmuebles, seguir bloqueando vías de comunicación y rasgando el calendario escolar, sin ningún castigo ni sanción.
En los años siguientes la historia no fue muy distinta. Aliados con estudiantes normalistas, quienes son su semillero natural, esa ala radical del magisterio no ha cesado las hostilidades ni con el cambio de colores en el gobierno, federal o estatal. Sus alianzas políticas, ya nos demostró, son temporales y estrictamente sujetas a la agenda centista. O simpatizas con el movimiento o eres su enemigo.
Bajo esa mística, el pasado fin de semana aceptaron dar una tregua al gobierno michoacano y se retiraron de las vías del tren, luego de 92 días de bloqueo. Fueron más de tres meses ejerciendo, en flagrancia, el delito de ataque a las vías de comunicación. Fue más de un cuarto de año descarrilando a todo un sistema ferroviario, con graves secuelas que veremos en el nulo crecimiento de la economía nacional, como ocurrió con los bloqueos del 2019, que duraron 28 días.
Se levantaron, como lo habían advertido, sólo hasta obtener del actual gobierno morenista, mil 525 millones de pesos directos, correspondientes a tres quincenas atrasadas y bonos pendientes que dejó de pagar, en su recta final, el gobierno saliente de Silvano Aureoles.
Se levantaron, no obligados por la fuerza del Estado al estar infringiendo la ley, sino porque ellos así lo determinaron cuando se decretaron monetariamente satisfechos -por ahora-. De otra manera, así lo marca la historia, seguirían en las vías, como locomotora que embiste y descarrila a su paso todo gobierno que se atraviese, aún y cuando hayan sido aliados electorales.